Aprovechando bien el tiempo
Por: Ricardo Aide
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El Dr. Lucas, llamado el médico amado por Pablo (Col.4:14 “Os saluda Lucas el médico amado”), inspirado por el Espíritu Santo nos dejó en la Palabra de Dios dos hermosas joyas: el tercer evangelio y el libro de Hechos de los apóstoles o del Espíritu Santo como le llaman algunos. Lucas no era judío y no conoció personalmente a Jesús, pero fue un amigo y colaborador de Pablo hasta su muerte, según escribe en su última carta (2 Tim.4:11 “Solo Lucas está conmigo”). Lo encontramos mencionado por primera vez en la Biblia en Hechos 16:10, luego que Pablo recibiera, en el segundo viaje misionero, la visión del varón macedónico pidiendo ayuda cuando el relato pasa a ser de tercera persona a primera persona. Fue también un gran y meticuloso historiador basado en la inspiración del Espíritu Santo y en el evangelio de Marcos, el primero en ser escrito, para dejarnos el suyo. Algunos dicen que es el libro “más bello que se ha escrito”
Algunos estudiosos de la Palabra lo llaman a Lucas el “evangelio de la hospitalidad” porque es el que más menciona encuentros sociales de Jesús con fariseos, prostitutas y publicanos. Podemos mencionar 4, pero hay algunos más; con Simón el fariseo, otro en casa de otro fariseo, el restante en el hogar de un gobernante que era fariseo y en un caso último caso cuando el mismo se auto invito, se acuerdan con quien, en Jericó con Zaqueo un Jefe de publicano que era rico, “date prisa, desciende (estaba sobre un árbol para verlo porque Zaqueo era petiso), porque es necesario que pose yo en tu casa” (Lucas 19:5).
Es bueno compartir encuentros sociales, no? A quien no le gusta? Especialmente para los argentinos que lo tomamos como una excusa para comer muy bien. Es muy agradable reunirse con hermanos pero especialmente con amigos o familiares no creyentes porque es una oportunidad para demostrar la nueva vida en Cristo en nosotros. Jesús sabía en cambio que no estaba “entre amigos” en cada uno de esos encuentros y que “pisaba territorio minado” porque los fariseos lo estudiaban para ver si hacía o decía algo contrario a la Ley para acusarle y sus encuentros con publicanos, prostitutas y otros pecadores no eran bien visto por la sociedad religiosa de la época. Les pregunto hermanos: iríamos a una cena donde estén invitadas prostitutas o narcotraficantes; Es difícil responder esto, pero, de acuerdo al evangelio, deberíamos concurrir; con una condición: saber a qué vamos. Por eso nosotros debemos analizar la motivación del Señor y preguntarnos porque concurría a estos encuentros? La respuesta es sencilla: porque Él “la tenía clara” y nunca dejo la casa a la que fue invitado sin compartir una Palabra, una enseñanza, un ejemplo. El no iba a “catar vinos” ni a comer manjares suculentos como lo hacemos nosotros que nos dejan con un ayuno forzado por 2 o 3 días. El aprovechaba el tiempo. Y en este punto de la preparación del mensaje, llegó a mi corazón esta pregunta: como aprovecho mi tiempo para el Señor? Yo debo reconocer que no muy convenientemente. Cada uno de Uds. hermanos, sabrán que responder.
En Efesios 5:15-16, Dios por medio del apóstol Pablo nos dice: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”.
Veamos dos términos utilizados en estos versículos:
Diligencia: significa prontitud, agilidad, eficiencia para llevar a cabo una gestión. 2 Tim.2:15
Aprovechar: emplear útilmente el tiempo. PORQUE?: porque los días son malos. Alguno de nosotros duda que estos días son malos, por tanta violencia, inseguridad, pobreza, corrupción. Alguien duda que solo los puede cambiar Jesús, por medio de nosotros. Si no aprovechamos el tiempo; como lo hará?
Hecha esta introducción vamos a analizar brevemente un caso de los mencionados: Lucas 7:36-50. Aunque la Biblia no lo indica posiblemente el hecho ocurrió en Galilea, en la ciudad de Capernaum. Jesús es invitado por un fariseo llamado Simón a que comiese con él y otras personas. Le rogó dice el verso 1, para el idioma castellano rogar es suplicar, pero en griego significa en este caso el que pide algo a otra persona con la que está en la misma condiciones de igualdad o es inferior al que invita y esta aclaración nos ayuda a comprender porque Jesús fue tratado así. Cuáles eran las motivaciones de Simón para invitar a Jesús entonces: una ya la dijimos: para estudiar sus afirmaciones sobre la Ley judía y acusarlo si era necesario aunque lo llamara maestro (v.40), o porque lo admiraba, aunque la situación que se genera no lo demuestra, o porque, al ser pudiente, era un coleccionador de celebridades escribe William Barclay, como se le dice ahora, le gustaba estar con los top que pasaban por su ciudad.
En esos tiempos todos los ricos, y los fariseos lo eran, poseían una gran casa, con un patio central que tenía generalmente una fuente y un jardín. En los días de mucho calor se comía allí. Se acostumbraba que cuando un rabino importante llegaba a una casa se permitía participar a toda persona que quería ingresar para escuchar sus enseñanzas y cuando el maestro llegaba se hacían tres cosas, se le daba un beso, se le proveía agua para limpiarse los pies luego de sacarse las sandalias y se le echaba sobre su cabeza una gota de aceite o agua de rosas. Estas costumbres que pueden parecernos incomprensibles eran obligadas en la época y no hacerlo constituía una muestra grave de falta de hospitalidad y Simón no lo hizo (porque lo haría si el invitado era igual o inferior a el?). No se comía sentado en sillas, sino recostado sobre lechos bajos porque las mesas no superaban los 50 cms., apoyados en un brazo y con los pies para atrás, lo que explica todo lo que luego la mujer hace con Jesús.
En este contexto y porque la entrada era libre y gratuita y no había derecho de admisión, aparece una mujer. Tenía una mala y notoria reputación; era (el verbo que se utiliza también puede referirse al pasado; era o fue) una prostituta. En otras versiones dice “que había sido de mala conducta”. Esta mujer no era María Magdalena ni María de Betania como algunos opinan. No conocemos su nombre, solo sabemos que de alguna forma había escuchado a Jesús y experimentó en su corazón una necesidad de cambio, porque si vos y yo decimos que Jesús vive en nuestros corazones y no hemos cambiado nada de nuestro carácter, tenemos que revisar la fe que decimos poseer.
Ella llevaba, como lo hacía toda mujer judía, un frasco de alabastro (un envase de una especie de mármol), un perfume caro muy concentrado y detrás de Jesús, sobre sus pies, hizo varias cosas: lloró (abierta y profusamente en el idioma original) hasta regar (llover, inundar en los originales) los pies del Maestro, los enjugó (los secó) con sus cabellos (aclaremos que para una mujer judía soltarse el cabello en público era una grave falta de modestia, los besó (el término griego que usa significa besar reiteradamente, como hizo el padre del hijo pródigo en Lucas 15:20 y los ancianos en Mileto cuando se despidieron de Pablo (Hechos 20:37) y los ungió con el perfume. Quería expresarle al Señor su profunda gratitud por la posibilidad que había tenido de cambiar su forma de vida. Es un hecho similar al narrado en Lucas 15:15-19.
Nada de esto hizo Simón, si el que estaba en su casa era un igual o inferior a él porque lo haría; por el contrario pensó “si ESTE supiera quien lo está besando y tocando (para los fariseos el toque de un pecador era contaminante) sería un profeta”. Ese ESTE es un comentario sumamente despectivo y despreciativo porque pone en tela de juicio a Jesús. Una actitud típicamente religiosa cargada de orgullo. Partió de una base falsa y llego a una conclusión errónea.
Jesús entonces le demuestra su omnisciencia, quien era, porque Él conoce todos los pensamientos, contando una parábola: Un acreedor (prestamista con intereses en los originales) tenía dos deudores; uno le debía al valor de hoy aproximado $ 70.000 y otro $ 7.000 y ambos tenían un problema: no podían pagar. El acreedor entonces les perdonó la deuda. Quien le amaría más? Debemos reconocer los personajes de la parábola: el acreedor: Dios; el deudor de $ 7.000 el fariseo y la deudora de $ 70.000 la prostituta.
Simón era un religioso soberbio y Jesús no perdió el tiempo para hacérselo notar. Por su falta de hospitalidad relativizó la importancia de tener al Maestro en su casa y olvidó que, en definitiva, también era un deudor ya que para Dios los pecados no tienen rango y Jesús aprovechando el tiempo se lo hizo notar. La mujer se había sentido conmovida por el mensaje y la presencia de Jesús y así lo demostró, ella era deudora y fue salva; pero atención no por el lavado, ni los besos, ni la unción de los pies del Señor, sino por su fe en Jesús. No nos confundamos con esto. Lo cierto y concreto es que Jesús aprovecho el tiempo además para que una pecadora sea salva.
Aprovechando bien el tiempo………… Jesús lo hizo. “Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo” Col.4:5. Le mostró a uno que se creía una estrella de la fe que era un irrespetuoso en el trato con Jesús, que era un religioso soberbio que ignoraba la misericordia de Dios, a una pecadora que la fe puede cambiar vida y cuanto ama el agradecido con Dios cuando se les perdona sus pecados y a todos los asistentes su poder para salvar.
Él no iba a este tipo de invitaciones a “catar vinos” ni a comer hasta hartarse, iba a dejar algo en el corazón de quienes le escuchaban, un pensamiento que los ponía en la disyuntiva de cambiar su vida. Y volvió a mi corazón la pregunta: Estoy aprovechando el tiempo?, lo estás haciendo hermano? Hacerlo significa no dejar pasar ninguna circunstancia en mi vida sin compartir a Cristo crucificado por los pecados de la humanidad. Yo llego a la conclusión que debo aprovechar más el tiempo. Espero que, si no lo haces, Dios te haya hablado para que pienses lo mismo.