Cántico de Débora – Jueces 5 – Parte I
Por: Carlos Amarillo | Temas: Jueces
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En el período de los Jueces, Israel tuvo muchos altibajos. A menudo el pueblo se vio oprimido por invasores. Entonces Dios levantó líderes carismáticos (Jueces) para unirlos y guiarlos a que se defendieran. La palabra clave para entender el libro de los Jueces es: Ciclos. Para recordarlos con mayor precisión tenemos cinco palabras: Soberbia-Servidumbre-Súplica-Salvación-Sosiego, todas con la letra S. Una experiencia llevaba a la otra, y así seguía indefinidamente, era un círculo vicioso y ellos necesitaban instalar un círculo virtuoso. Uno de estos jueces fue una mujer, Débora, que además era profetiza. En esa época Jabín, un rey cananita, envió a sus hombres al mando de Sísara para despojar y matar. Débora fue movida por el Espíritu de Dios a resistir. Sin embargo, ella no era Juana de Arco, y no se cubrió con una armadura para pelear como un hombre. Utilizó sus poderes persuasivos para inspirar a los hombres de Israel a reunir sus tribus bajo el liderazgo de Barac. Cada tribu recibió su llamado para unirse y hacer lo que solos no podían, y enfrentarse con Sísara. Algunos vinieron, otros no. Es muy interesante ver como reaccionaron varias de las tribus.
Las tribus que se quedaron en casa fueron Rubén, Gad, Dan y Aser (5:15b–17). Judá y Simeón en el sur ni se mencionan, tal vez porque el control amorreo sobre el valle de Ajalón los aislaba de las demás tribus vemos la primera señal en el libro de falta de unidad entre tribus.
- ¿Cómo podemos saber algunos detalles del período cuando Débora fue jueza de las tribus de Israel y en especial de la batalla de la independencia del pueblo cananeo?
- ¿Qué hizo la tribu de Dan?
- ¿Qué dice el cántico de Débora acerca de las tribus de Zabulón y Neftalí?
- ¿Qué pasó con las tribus de Rubén?
- ¿Qué aconteció con los integrantes de la tribu de Aser?
- Hay un canto después de la gran victoria que comandó esta noble mujer. Veamos especialmente Jueces 5, y remarquemos especialmente los versículos 16 al 18 y 23. Allí se nombra a algunas tribus, (no a todas) que tuvieron un comportamiento dispar en la convocatoria a la batalla.
- Hay una pregunta acerca de la tribu de Dan (Medio del país): “Y Dan, ¿por qué se estuvo junto a las naves?” (5:17). Después del Éxodo, a esta tribu le tocó un territorio que llegaba hasta el Mar Mediterráneo. Esto los había convertido en mercaderes marítimos. Ellos traían mercaderías de todas partes y vendían a cuantos podían. Los barcos amarrados en el puerto, se convertían en auténticos salones de exposición y ventas. El mensajero que envió Débora, posiblemente cae en el peor momento, llevando una carta desesperada pidiendo auxilio para pelear contra los cananeos. Es casi seguro, que estos comerciantes estarían conmovidos por las noticias que amenazaban la sobrevivencia de toda la nación, la cual había nacido para bendecir a todas las naciones. Pero si iban a la batalla, ¿quién quedaría a cargo de la empresa y los negocios? Lo que sí sabemos es que no acudieron. Se quedaron protegiendo el interés propio, el amor por sí mismos y la avaricia.
- A Zabulón y Neftalí (Del norte), les llegó el aviso de que estaban reclutando los soldados para la batalla. La reacción no se hizo esperar: “¡Ya vamos!”. Estas dos tribus vivían bien al norte del país. Ellos decidieron entre dos cosas: Ser hacedores de Historia o ser hacedores de historia. Muchos integrantes de estas tribus trabajarían en el campo y esperaban con ansias terminar el día o la cosecha para disfrutar tiempo con sus esposas e hijos. Imprevistamente viene el pedido de auxilio. No dudaron, dijeron que iban. No eludieron su responsabilidad, y dieron gracias porque Dios levantó a Débora para dirigirlos. Estos hombres cambiaron las herramientas del campo por espadas, y expusieron sus vidas hasta la muerte, y lograron la victoria. La tribu de Dan hizo negocios, las tribus de Zabulón y Neftalí hicieron “historia”. Pelearon y ganaron una batalla que 3.500 años después todavía se recuerda. Dan no arriesgó nada, los otros si lo hicieron.
- La tribu de Rubén y Gad (Lado Oriental), Éxodo 32:1, y el 32:5, Rubén, Gad y Manases (1/2) no nos hagas pasar el Jordán. En el pasado eran problemáticos, no querían ser solidarios con sus hermanos en la conquista de la tierra, Moisés hizo de mediador, y esta es una filosofía de vida que no debe estar en los cristianos, no podemos estar negociando en las cosas del Señor, no es asunto dinero, sino de ser ventajeros, ellos están diciendo: Moisés, no es casualidad que nosotros tenemos ganados y justo esta tierra es tierra de ganados si hallamos gracia a tus ojos des en heredad y no nos hagas cruzar el Jordán, cuando Moisés los escucha, los quiere matar, y les dice ustedes están locos de remate, ¿Cómo van a querer quedarse sin cruzar por el ganado? Hay cosas que tenemos que ser realistas, la tierra donde ellos quieren quedarse era rica en verdad porque Isaías y los Salmos dicen que es tierra buena, pero es tierra del enemigo. Luego del arreglo el asunto le llega a Josué, 40 años más tarde, y le quieren cambiar los términos y lo condicionan. Al final cruzan, pero cruzaron las piernas, pero su corazón estaba con el ganado. Luego vuelven Josué 22:9 separándose.
Rubén: Ventajeros y separatistas. Se quedaron con sus rebaños en los campos de buena pastura, aunque hubo grandes propósitos del corazón. Eran un grupo pensante, gente que consideraba las cosas detenidamente y con buen juicio. Eran tal vez los instruidos, los que hablaban. Ni bien llegó la noticia de la convocatoria, posiblemente se citó a los sabios de la tribu. Ante el llamado de Débora, no quedaba opción: Había que actuar. Pero mientras ellos deliberaban, la gente estaba ya, en el lugar del combate (Fueron lentejas). Y después de hablar y hablar, el tiempo pasó y nadie acudió. Tal vez alguno cuestionó el liderazgo de una mujer, ¿Podría una mujer liderar hombres? ¿No se sentaría un grave precedente? Tal vez perdieron un tiempo precioso en la táctica y la estrategia, en la logística, los medios, los comandos y la planificación. Se fueron en preparativos.
Gad se quedó al otro lado del Jordán.
- La tribu de Aser (Sur del Líbano) estaba de vacaciones y no tuvieron ganas de suspenderlas. Ellos pensarían que otros podían encargarse de la batalla, tarea que los de Aser no querían hacer. Cualquier demanda que surgiera, tendría prioridad ante lo que Dios pidiera. DIOS NO FUE PRIORIDAD. El lugar geográfico de esta tribu era la parte sur del Líbano actual, que siempre fue un paraíso con las aguas del Mar Mediterráneo. ¿Quién estaría dispuesto a dejar todo para ir a una cruenta batalla? Lo más lógico era que otro se ocupara del asunto. Como cristianos estamos de acuerdo con el descanso, pero no con el descanso desmedido que lleva a la haraganería y a la negligencia. Tal vez el mensajero volvió a su lugar de origen con frases de aliento: “Estamos contigo Débora, sabemos que otros te van a ayudar”, “Te admiramos por liderar esta empresa, pero tú sabes de nuestra dificultad y no podemos ayudarte”.
Analizar estas tribus ¿A qué grupo de cristianos de hoy se parecen?
Esta antigua historia es como un espejo en el que se puede ver la iglesia de la actualidad. Veamos algunas comparaciones entre aquella gente y la de hoy:
- Los que se niegan a cargar la cruz: Las iglesias están compuestas por dos tipos de personas: las que consideran sus negocios más importantes que la obra de Dios, sus jardines más importantes que el campo de cosecha, y sus hogares más importantes que el cielo para los perdidos. Los otros piensan al revés, y el hecho de ganar almas es para ellos, la empresa más importante del mundo. Jesús dijo: “Se fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida”, y “Aquel que pierde su vida la encontrará”. La salvación que Dios ofrece es gratuita, pero el discipulado tiene costo. Lucas 9:23, “niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Hay tres grupos de personas: Las que preguntan: ¿Qué es lo que sucede?; las que no tienen ni la menor idea de lo que sucede; y las que hacen que las cosas sucedan.
- Los cristianos disgustados, anestesiados y paralizados, por la manera cómo se hacen las cosas. No les gusta el liderazgo, o el método, o el momento (cuándo) o el personal (quién). Algunos prefieren un evangelio de panes y peces (ver Juan 6:27) la búsqueda del milagro. Hay otros que están tan preocupados por su espiritualidad, que poco importa arrancar a los hombres del fuego eterno. Son los soldados de la retaguardia, pero no los de la vanguardia o de la trinchera. Carlos Peace era un criminal que no respetaba leyes divinas ni humanas, Finalmente fue capturado y condenado a muerte. En la fatal mañana de su ejecución, mientras era conducido de su celda al cadalso, en la prisión de Armley (Leeds), Inglaterra, iba delante el capellán de la prisión leyendo rutinariamente textos bíblicos que hablan de la condenación y de la vida eterna que Cristo Jesús vino a obtenemos con su sacrificio. El reo tocó al predicador por la espalda y le preguntó qué estaba leyendo, replicó el criminal. El oír leer de un infierno con fuego que nunca acaba de consumir a sus víctimas, con la indiferencia con que lo estaba haciendo el funcionario de la prisión, era demasiado para Carlos Peace, y al mismo pie del cadalso, en el patio de la cárcel, le espetó el siguiente sermón:
«Señor, si yo creyera lo que usted y su iglesia dicen, aun cuando Inglaterra estuviera cubierta de costa a costa de cristales rotos yo iría descalzo, o de rodillas, a predicar a las gentes que se arrepintieran y evitaran semejante suerte. Creo que los cristianos no deberían vivir para otra cosa que para salvar almas, si realmente creyeran lo que dicen creer.» Porque la Iglesia ha perdido el fuego del Espíritu Santo los hombres van al fuego del infierno. Necesitamos una nueva visión del santo Dios. Dios es esencialmente santo. Los querubines y serafines no clamaban: «Omnipotente, omnipotente es el Señor», ni tampoco: <Omnipotente, omnipotente es Dios», sino: «Santo, santo, santo». Este vasto concepto hebreo necesita entrar de nuevo en nuestras almas. «Si hiciera del abismo mi habitación, allí estás tú; si tomaras las alas de alba, allí estás tú.» Dios trasciende el espacio y el tiempo. El Dios de quien no podemos escaparnos espera en la Eternidad. ¡Cuán bueno es estar en paz con El desde aquí, y estar en el centro de su voluntad ahora!
Los cristianos anestesiados y paralizados, tienen mucha religión en la cabeza, poca en el corazón y casi nada en los pies. ¿Qué diferencia hay entre una bala de fogueo y una real? Solo una puede dar en el blanco. Ver 1 Corintios 7:29-31 y 1 Juan 2:18.
- Los llamados: Hay cristianos que escuchan el llamado de Dios, pero no responden. El cristiano materialista, es el que subordina los principios espirituales a las cuestiones materiales. Algunos hacen carrera en esta tierra, buscan la aprobación de los no cristianos, y se desviven por la opinión de la familia y los amigos, y esto los han vuelto sordos a Dios. Dejan que otros sigan a Cristo al campo de cosecha o batalla, y al final, al ver el gozo y la satisfacción de ellos, se dan cuenta de su propia tragedia. La pérdida de la visión es muy triste, ya que conduce a la pérdida de la misión. El egoísmo puede ser mortal. Cuesta hacer la voluntad de Dios, de hecho a Jesús le costó la vida, y es nuestro máximo ejemplo. La invitación a la salvación nos lleva a una decisión correcta, pero el llamado al discipulado tiene una opción: La voluntad mía o la de Cristo. Si escojo la de Cristo debo estar listo a negarme y aún hasta morir.
- Los perezosos y apáticos: Muchos cristianos viven de “vacaciones”. Fuimos “salvados para”, no salvados y punto, la salvación no es un fin en sí mismo, es el medio por el cual muchos otros conocerán a Cristo lo podemos leer en Efesios 2:10. Debemos aclarar lo siguiente: La misión de la iglesia no ha sido suspendida nunca, pero debemos cumplir el mandato original con el poder original. Jesús dijo: Como el Padre me envió, así también yo os envío. Hay cristianos intermitentes o espasmódicos, que andan a los tirones, y a veces usan combustible emocional, y mientras lo tengan andarán. El uso de excusas es un tema viejo, que el hombre repite hasta el cansancio, y que Dios nunca aprueba. Entre los mayores enemigos del cristianismo tenemos: La apatía, la pereza, la discontinuidad, la indiferencia y el deseo de ser neutral. ¡La batalla solo puede ser ganada por aquellos que tienen voluntad para luchar!
Les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos (Juan 17:26).
En la oración que Jesús elevó al Padre poco antes de su arresto, pidió para que ese amor que existía entre los integrantes de la Trinidad, pudiera también reinar entre sus seguidores, es decir, entre nosotros.
Sin embargo Él no se vale de las divisiones que hemos hecho nosotros: Grupo tal, y tal. Él tiene solamente dos grupos: Los que se aman unos a otros y los que no se aman.
Por lo tanto si vos me preguntás: -Hermano ¿de qué grupo sos? – Soy del grupo de los que se aman unos a otros.
Podríamos definir de ese modo la diferencia que existe entre las ovejas y los cabritos a que se refirió Jesús en Mateo 25. En Argentina hay muchísimas ovejas y es interesante ver qué pasa cuando las quiere hacer marchar. Todas van en la misma dirección, se hacen un cuerpo, pero las cabras no, es imposible, mientras andan se van dando cornadas unas a otras.
Es fácil distinguir entre una oveja y una cabra. No hace falta mucho discernimiento. Es suficiente hablar con la persona por unos minutos: Si topa, es una cabra. Sí ama, es una oveja.
¿Cómo separó Jesús a las ovejas de los cabritos? Lo hizo en base a la forma en que habían actuado: Si habían dado agua a los sedientos, comida a los hambrientos, si habían visitado a los enfermos y a los que estaban en la cárcel y demás. A los que habían demostrado amor a sus hermanos les dijo: «Benditos de mi Padre» (versículo 34). A los otros en cambio no los llamó benditos sino todo lo contrario. Estos eran «malditos» (versículo 41).
Dios está uniendo su pueblo. Y lo voy a ilustrar con: las papas. Cada planta de papas tiene tres, cuatro o cinco tubérculos. Y cada tubérculo pertenece a una u otra planta.
Llegado el momento de la cosecha, la persona encargada de la recolección hace un pozo en la tierra, las saca y las va poniendo en una bolsa. Podríamos decir que las está agrupando. Puede que estas papas muy alborozadas exclamen: – ¡Gloria al Señor! ¡Ahora todas estamos en una misma bolsa!- Pero aunque estén todas en un mismo saco, aún no son una.
Llega el momento en que el ama de casa las compra. Ella las lava y las pela. Las papas piensan que ahora sí están más unidas. – ¡Qué amor existe entre nosotras!
Eso no es todo. Luego de mondadas son cortadas en trozos y mezcladas con otras. Para entonces han perdido bastante de su identidad. Piensan que ya están listas para el Maestro.
Pero lo que Dios quiere es puré de papas. No papas sueltas, sino puré de papas. Cuando son reducidas a puré ninguna podrá levantarse y exclamar: -Miren, ¡ésta soy Yo!- La palabra tiene que ser nosotros. Es por esa razón que el Padre nuestro comienza con estas palabras: «Padre nuestro que estás en los cielos….. Sino diría «Padre mío que estás en los cielos…
¿Quiere que le diga algo? Dentro de poco, si empezamos a amarnos con este grado de madurez, la palabra hermano no tendrá cabida en nuestro vocabulario. Como estamos ahora tenemos que ¡¡amarnos hermanos porque no vivimos como hermanos.
El amor es un mandamiento. El amor es el oxígeno del Reino. El amor es vida.
Bibliografía: Reihnard Bonnke en “Evangelismo por fuego”, Ilustración del reo: ¿Por qué no llega el avivamiento?; Ilustración de la papa: Libro “Discípulo” de Juan Carlos Ortiz, Comentarios de I Sword, y de H. Leites y otros.