17 febrero, 2019

Consumado en la cruz


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Pasaje: Juan 19:17-30.

Contextualizar

En los capítulos anteriores Juan relata con detalles las últimas charlas de Jesús con sus discípulos durante la que conocemos comúnmente como la última cena, para luego relatarnos todos los acontecimientos que van a derivar en la crucifixión de Jesús. La traición de Judas, uno de sus doce, el arresto y juicio injusto de Jesús, las torturas y castigos a los que, también injustamente, fue sometido el Señor, tanto por los principales de los judíos como por los romanos y llegamos entonces al versículo 17 del capítulo 19, desde donde vamos a leer.
“Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito. Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados. Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.”
Introducción: Si bien hay muchos temas sobre los que podríamos charlar al reflexionar sobre este pasaje, hoy nos vamos a centrar en la última frase que, según el relato de Juan, Jesús dijo antes de morir: “Consumado es…”

Significado de Consumar

Según el diccionario español, la palabra consumar significa realizar completamente una acción o proceso. Llevarlo a cabo por completo.
¿Qué se consumó en ese momento?: Lo que fue consumado por Jesús en ese momento no fue nada menos que el plan redentor de Dios para con la humanidad, anunciado desde la misma caída del hombre, allá por Génesis 3, pero determinado desde la eternidad, tal como Pedro lo explica en 1° Pedro 1:20. Aquel plan, la máxima demostración del amor incondicional de Dios, quien aun conociendo que su propia creación, el hombre, iba a darle la espalda, decidió entregar a su hijo para darnos un camino de vuelta a Él, se estaba consumando, se estaba llevando a cabo por completo.
Toda la historia previa a ese momento fue un preludio que guio a la cruz: En el Antiguo testamento podemos encontrar muchísimas profecías y figuras que anticipaban a Cristo y su obra:
– En Génesis 22 encontramos el carnero que sustituye a Isaac cuando Dios había pedido a Abraham que lo sacrificara.
– En Éxodo 12 encontramos la celebración de la primera pascua y la sangre de aquellos corderitos que identificaba las puertas del pueblo de Dios y los salvaba de la muerte que azotó Egipto.
– En el libro de Levítico encontramos los holocaustos, las ofrendas y las expiaciones, todas figuras y sombra, como dice Pablo, de lo que sería el sacrificio perfecto de Jesús en la cruz.
– En Números capítulo 21 podemos ver la serpiente de bronce que, por mandato de Dios, Moisés levantó para que todo el que la mirará no muriera tras ser herido mortalmente por las serpientes que los atacaban.
Así podríamos encontrar figuras de Cristo en cada libro de la biblia, y podemos también mencionar, por ejemplo, las profecías de Isaías:
– Capítulo 7: anunciando el nacimiento virginal de Jesús y el hecho de que Dios mismo habitaría con nosotros.
– Capítulo 9: el reino eterno de ese Hijo que nos sería dado, quien sería llamado Admirable, consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
– Capítulo 53: quizás el capítulo más explícito, además de los que en los evangelios relatan la crucifixión de Jesús, sobre la obra redentora de Cristo y sus sufrimientos.
– La profecía de las 70 semanas en Daniel 9, donde el Señor ya comunicaba que matarían al Mesías.
– La profecía de Miqueas 5 donde se dice claramente que el Mesías nacería en Belén.
Etc. Etc.
Incluso la historia secular se desarrolló de acuerdo al plan de Dios, para cumplirlo.
– Vemos a un rey persa, como Ciro, ajeno al pueblo de Dios, enviando de vuelta al pueblo judío a su tierra después del cautiverio en Babilonia.
– En Lucas 2 vemos al emperador romano Augusto Cesar ordenando un censo que obligó a José y María a ir hacia Belén “casualmente” cuando ella estaba por dar a luz.
– Y en Hechos 2 (23) vemos a Pedro confrontando a los judíos, quienes se habían confabulado poco tiempo antes con los romanos para crucificar a Jesús y él les deja en claro que todas sus conspiraciones pudieron prosperar por el anticipado conocimiento de Dios y porque ellos, sin saberlo, estaban sirviendo a su plan.
Luego, toda la historia se vio afectada por este suceso: Comenzando por algunos pocos que experimentaron la cruz de Cristo de primera mano, y siguiendo por aquellos que, sin haberla visto, también pudieron experimentarla por el testimonio de los que sí, todo el mundo conocido comenzó a ser transformado.
En Hechos capítulo 17, Lucas nos relata un alboroto que sucedió en la ciudad de Tesalónica, donde Pablo y Silas estaban predicando. Este no era el primero ni iba a ser el último alboroto que se generara, pero en este caso hay una frase que los que se oponían a los apóstoles dijeron que lo hace particular: “…Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá.”
Trastornar significa: Cambiar o alterar la esencia o características de una cosa o modificar el desarrollo normal de un proceso.
¿Qué los llevaba a trastornar el mundo conocido? En Hechos 4:20, en medio de las intimidaciones del concilio judío que pretendía que cesaran de hablar en nombre de Jesús, Pedro y Juan responden: “porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”.
Algo había cambiado en ellos a partir de la cruz y no eran capaces de callar al respecto.
Lo mismo que pasó en el mundo, pasa en nuestras vidas: (para nuevos) Todo lo que te sucedió hasta hoy, bueno y malo, las consecuencias de tus decisiones y las que arrastrás por decisiones de otros, nuestra historia completa fueron usadas por Dios para traernos a la cruz de Cristo, como aquellas profecías y sucesos que mencionábamos antes. Nada escapa a la soberanía de Dios y nada de lo que te pasó y te tiene hoy en este lugar fue casualidad, sino que es Dios guiándote a la cruz.
Y desde el momento en que te encontrás con la cruz de Jesús ya nada es igual, tu vida se trastorna, cambia su esencia, cambia su desarrollo hasta ahora normal, se reacomoda, no podés ignorar lo que viste y oíste.
Pero los que somos cristianos cometemos un error: frecuentemente pensamos que la obra de Jesús en la cruz nos salvó y ahora, que tenemos vida nueva, tenemos que esforzarnos por vivirla y hacerlo bien para que Dios nos acepte.

Comenzamos a hacer una lista de qué debemos hacer y qué no para agradar a Dios nosotros mismos, en nuestras fuerzas:

  • Venir a la iglesia
  • Aprender a perdonar
  • Hablar a alguien de Jesús

Pero acompáñenme a Juan 6:28-29 para ver lo que Jesús dice a judíos que pensaban como muchas veces nosotros pensamos: ¿qué debemos hacer?
“Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.”
¿Por qué Jesús dice esto? Porque si miro a la cruz y entiendo lo que pasó ahí, comprendo que el plan de Dios para mí se consumó ahí y que consumar significa terminar por completo, no busco nada que hacer, los cambios en mi vida vienen solos por gracia de Dios.
– Voy a la iglesia porque amo a mis hermanos y según 1° Juan 4 puedo amarlos cuando entiendo que Él me amó primero y contemplo el amor de Jesús en la cruz.
– Aprendo a perdonar porque entiendo lo que me ha sido perdonado, como Jesús enseñó en aquella parábola de los dos deudores en Mateo 18.
– Hablo de Jesús porque el amor mostrado en la cruz me impulsa, como dice Pablo en 2° Corintios 5, porque entiendo que si Él se dio por todos, todos necesitan saberlo.

Conclusión

La cruz fue la consumación del plan de Dios para el hombre, todo lo que debía hacerse ya fue hecho allí y eso debe afectar toda nuestra vida; la anterior a la cruz siendo solo un preludio que a fin de cuentas, bueno o malo, sirvió para que encontremos la cruz y la posterior para que Cristo, con su amor y habitando en nosotros, sea quien haga en nosotros, que solo nos limitamos a contemplarlo a Él y a la cruz cada día.

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