De Admirable a Príncipe de Paz
Por: Carlos Amarillo
De Admirable a Príncipe de Paz: Recorramos todo el camino, para reconocer la verdadera identidad del Salvador.
En términos históricos la profecía de Isaías 9, se dio en un contexto de la historia de Israel, muchas de las profecías que aparecen en la Biblia, tienen un cumplimiento histórico pero tiene una proyección profética, este es el caso de esta profecía, el reino de Judá había tenido un rey llamado Acaz, que había cometido los dos pecados más grandes que podía cometer un rey, primero, había dado espacio a la idolatría, ¿Qué es idolatría? El, tratando de asegurar su vida, llegó a cometer el acto de idolatría más asqueroso que se hacía en el Antiguo Testamento, en los tiempos del Antiguo Testamento, uno de los falsos dioses que atraía la atención de la gente se llamaba Moloc, también como Milcom y Quemos, y tenía una estatua de 20 o 30 pies con las manos extendidas, con carbón con fuego en sus manos, y Moloch, Milcom, Quemos, solo le pedía a usted una cosa: La vida de su primer hijo varón.
Y la palabra de Dios dice que Acaz era tan idólatra, que pasó a su hijo por fuego, su primer bebé, indefenso de días lo tiró en la pira para sacrificarlo a un dios falso, pero no quedó ahí su pecado, Acaz, cometió el otro pecado que no puede cometer ningún gobernante, y es que se rindió sin luchar, vio que los Asirios venían y los invitó y les dijo: Quédense con todo, ¿Cuánto quieren por no matarme? Yo estoy dispuesto a entregarles el país siempre y cuando yo siga siendo el gobernador, y los llevó al templo, y tomó todo el tesoro del templo y se lo ofreció a los asirios, y la gente estaba harta del mal gobierno, harta de la idolatría, y de la cobardía, y siguieron orando, orando.
E Isaías recibe esta profecía, y Dios le dice: Dile al pueblo que va a nacer un niño, (ese niño se llamó Ezequías) y a pesar de ser hijo de Acaz su mal padre, fue completamente distinto; tan pronto llegó al poder, lo primero que hizo fue limpiar Judá de toda la idolatría, durante su gobierno los asirios extranjeros, fueron conquistados por los babilonios, y Dios liberó su tierra.
Originalmente esta profecía habla de este nacimiento de ese niño, un nacimiento que iba a traer paz y esta historia vos la podes ver en 2 Reyes 16-20, pero en términos proféticos, la iglesia vio esto como una promesa de cambio y una promesa trascendencia, de que hay otra manera de vivir, de que hay otro futuro y de que hay esperanza, y por eso tanto el judaísmo como el cristianismo veían esto como una profecía mesiánica, de que viene el Mesías, de que ha de nacer un niño, un niño distinto a todos los demás, cuyo nacimiento iba a inaugurar una nueva era, un mundo distinto, una nueva manera de ver las cosas, una nueva manera de vivir.
Y lo entendieron como la profecía del nacimiento del Salvador del mundo, e Isaías habla del Mesías venidero de una manera muy particular, no lo describe por sus características físicas, no habla de su belleza, sino que utiliza 5 títulos para hablar de cómo sería el Mesías, y lo llama: Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de paz,
Admirable, Consejero porque para gobernar hace falta sabiduría, no inteligencia, y la sabiduría viene de parte de Dios, y el Mesías no solamente iba a tener sabiduría, sino una sabiduría tan grande que iba a ser un admirable consejero, iba a dirigir el pueblo con pericia, con habilidad, con sabiduría.
“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” Isaías 9:6
El pasaje de Isaías 9:1-7 nos presenta un retrato formidable a través de los nombres de Cristo.
Dios ha usado también esto mismo al escoger como evangelios fidedignos, los 4 que tenemos: Mateo presenta a Jesús como Rey, Marcos como Siervo, Lucas como Hombre, y Juan como Dios, los 4 son destellos fundamentales de la preciosa vida de nuestro Salvador.
Pero ahora en Isaías se presenta un cuadro es más de 7 siglos antes de los evangelios.
Este retrato se hizo varios siglos antes de su nacimiento por eso es llamativo; al ser una profecía, le da un valor agregado, un plus al texto, porque las profecías cumplidas siempre refuerzan nuestra fe.
Son cinco los nombres que se le dan a Jesús: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. A pesar de esta diversidad, hay un singular –“llamarás su nombre”- no dice “sus nombres”. ¿Por qué? Los atributos o características distintivas, y esenciales, que definen el nombre de Cristo forman un todo inseparable e interdependiente como los eslabones de una cadena: No podemos sacar uno de ellos y dejar de lado a los otros.
No es un “Jesús a mi gusto o como yo quiero” o a la carta. La gente fuera de la fe elige partes de Jesús, por ejemplo al comercio le gusta el Jesús niño, porque le da mayores ventas, no les gusta el Jesús adulto cuando habla con sabiduría acerca de lo que somos y muchos retroceden espantados, o ya en la fe insistimos en destacar que Dios es amor, pero también es fuego consumidor.
Volviendo a Isaías 9:6, Jesús es todas estas cinco realidades a la vez. Los nombres para la cultura hebrea eran más significativos de lo que son en nuestra cultura, hay muchos Diego Armando (por Maradona), o el nombre del protagonista de una telenovela (Catriel, y otros), el nombre tenía mucho significado porque revelaba alguna faceta especial y señalaba el carácter de la persona. Por ello, con Cristo hemos de aplicar el principio de “todo o nada”.
Los nombres mencionados por el profeta Isaías, siguen un desarrollo progresivo. Es como cuando se inicia un día, hay luces que se proyectan en el horizonte y son grandes las sombras, luego al girar la tierra, la luz va en aumento, hasta que llegamos el cenit, que es la plenitud. Así hace Isaías, comienza con Admirable, y cuando llega a Príncipe de paz, llega al clímax o la plenitud.
Esta fue la razón última de la venida de Cristo al mundo, traer paz a la relación quebrantada y rota del Dios de los cielos y nosotros la raza caída, y esta es la esencia de la Navidad: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz”. Esto dijeron los ángeles en la noche del gran anuncio. Es muy común que la gente recorra solo una parte del camino y descubre que Jesús fue y es “Admirable” o tal vez un poco más y lo reconocen como sabio “Consejero-Maestro”; pero no vislumbran en toda la plenitud la identidad de Cristo, la rechazan, y se quedan con poca luz y lleno de sombras, no ven a Jesús como la luz del mundo.
Analicemos cada uno de estos nombres:
Admirable
Es el primer atributo de Jesús. Algunas versiones lo traducen por “maravilloso”. Así lo hizo Händel en su inolvidable composición del “Mesías”.
Händel era un compositor alemán que compuso la obra en Londres, en apenas tres semanas. Aunque tradicionalmente asociado con la Navidad, este oratorio trata no sólo el nacimiento de Jesús de Nazaret, sino toda su vida. La primera sección se basa en Isaías, que profetiza la venida del Mesías, y tiene por tema el Adviento y la Navidad. Se anuncia la venida de Cristo, por lo que se encuentran algunos momentos de exaltación marcados por una gran intensidad expresiva.
CORO Isaías 9:6
Porque para nosotros un niño ha nacido,
para nosotros nos es dado un Hijo,
y el gobierno será sobre Sus hombros,
y Su nombre será Maravilloso,
Consejero, Dios Poderoso,
Padre eterno, Príncipe de Paz.
Napoleón dijo de Jesús: “Él ciertamente es “Un Ser Único”, sus ideas y sentimientos; la verdad que anuncia y su manera de convencer no pueden ser explicadas por alguna organización humana, ni por la naturaleza de las cosas; su mensaje es la revelación de una inteligencia que ciertamente no es la de un hombre mortal, y en ninguna otra parte puede uno hallar (excepto en Él) tal ejemplo de vida. Escudriño en vano en la historia para hallar alguien parecido a Jesucristo o algo que se pueda aproximar al evangelio, pero ni la historia, ni la humanidad, ni las edades, ni la naturaleza me ofrecen algo con lo cual yo pueda compararlo o explicarlo. ¡Aquí todo es extraordinario!”…
¿Cuál es la reacción humana distintiva al descubrir al Salvador? Es de admiración.
Einstein, una de las personalidades más descollantes del siglo XX, judío pero no cristiano, dijo: “La figura radiante de Jesús ha producido en mí una impresión fascinadora. En realidad sólo hay un lugar en el mundo sin oscuridad: La persona de Jesús”.
Teresa de Calcuta dijo: “Cristo se convirtió en el Pan de Vida porque comprendió la necesidad, el hambre que teníamos de Dios. Y nosotros debemos comer este Pan y la bondad de su amor para poder compartirlo”.
Pablo dijo: ¡Gracias a Dios por su don inefable! 2 Corintios 9.15
Kenneth Latourette, eminente historiador dijo lo siguiente: “Jesús ha tenido más efecto en la historia de la humanidad que ningún otro de su raza, nadie ha tenido la influencia que Jesús de Nazaret tuvo y tiene. El tratar de explicarlo es imposible, el ignorarlo es desastroso, el rechazarlo es fatal, mi hablar es muy limitado como para describirlo, mi mente es muy pequeña como para comprenderlo, y mi corazón es inadecuado como para contener a este hombre cuyo nombre es Jesús”.
Admirable fue su vida. La dedicó a hacer el bien: Ayudó a todos los afligidos y desorientados, a los marginados, a los desesperanzados. Su compasión y empatía no conocían límites, aun aquellos que ejerciendo libertad en sus decisiones como el joven rico, Es significativa la síntesis que Pedro hace de su vida en Hechos 10:38 “…cómo Jesús anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos”.
Admirable o maravilloso fue su carácter. Su bondad, su capacidad para amar especialmente a los que la sociedad había marginado, como la mujer samaritana o la mujer de mala vida en la casa de Simón el fariseo que ungió sus pies, su sensibilidad para sacar de apuros a la joven pareja que se quedó sin vino de calidad en medio de su fiesta, su humildad frente a la arrogancia común de los religiosos, su dominio propio, su mansedumbre, adornaron en todo momento su vida. Dos testimonios son bien elocuentes. Por un lado, los judíos que estaban presentes cuando Jesús lloró al ver el cuerpo exánime de Lázaro exclamaron: “…Mirad cómo le amaba”. Y es que el Señor, momentos antes, “se estremeció en espíritu y se conmovió” Juan 11:33-36. Estos dos verbos reflejan en el original una intensidad de sentimiento mucho mayor que la de un duelo habitual. El otro testimonio fue el de Pilato, incapaz de encontrar una sola mancha en la vida de Jesús “yo ningún delito hallo en él” Juan 19:4.
Consejero o Maestro. Este atributo es consecuencia del anterior. ¿Cuál serían las características de un buen consejero? Carácter sensible, poseer empatía con la gente, capacidad para escuchar, un amor profundo por las personas y una sabiduría fuera de lo común, éstos son los requisitos idóneos para ser un buen consejero. JESUS LOS TENIA!!!!!!!!!!!
Así, las conversaciones personales de Jesús con diferentes hombres y mujeres constituyen un modelo de diálogo y de encuentro fecundo. Nicodemo, la mujer samaritana, la mujer pecadora en casa de Simón, María y Marta las desesperanzadas hermanas de Lázaro, y muchos otros ejemplos nos muestran esta excelencia de Jesús como consejero. Él fue el sanador de sus vidas, el que llenó sus vacíos, dio esperanza a los desesperanzados.
Hoy también, en pleno siglo XXI, la gente busca con ahínco orientación, algún tipo de guía que mitigue su soledad y su inseguridad. Parece mentira que la gente pensante de hoy, gaste dinero en adivinos, echadores de cartas, médiums. Es muy común que la gente hoy confíe en este tipo de “consejeros” del demonio.
Hay ansiedad por conocer su futuro, necesitan un fundamento para su vida. Jesús se nos presenta como el más importante de los Consejeros: “Venid a mí todos los trabajados y cargados y yo os daré descanso”.
La ansiedad es exceso de futuro en mi presente, otras veces la depresión es exceso de pasado, ambos son exceso de equipaje, busquemos entonces el consejo del gran consejero:
Mateo 6:34, “Basta a cada día su propio mal, o sea, su propio problema”. “La blanda respuesta quita la ira”; “No se ponga el sol…” “No juzguéis para no ser juzgados”; Mateo 7:1. Mat 7:12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”.
Isaías nos da la explicación porqué Jesús es consejero supremo: “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor” Isaías 11:2. Jesús es un extraordinario consejero porque, además de hombre excepcional, el Espíritu mismo de Dios está con él. Ello nos conduce de forma natural al tercer nombre.
Sus enseñanzas fueron y son extraordinarias: “…la gente se admiraba de su doctrina porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas” Marcos 1:22.
Dios fuerte o poderoso.
Muchas personas paran aquí y al sol le falta llegar al clímax para dar su completa luz, se quedan con un Jesús Admirable o maravilloso y un maestro-consejero excepcional. Un gran hombre; nada más. Pero en Jesús hay otros atributos que manifiestan en El una dimensión superior. Estamos frente a una manifestación progresiva de su identidad nos revela que no fue sólo un hombre. Isaías nos está diciendo: Él es hombre admirable, consejero sin igual pero también es “Dios fuerte” es el escalón siguiente.
Jesús es Dios y como tal es poderoso, fuerte. Dio testimonio en su vida: Fue poderoso para curar enfermos (la suegra de Pedro, el paralitico con 38 años, ciegos, cojos, etc.) acalló la tempestad y asombró a los suyos, dio vida a los muertos (tres casos), dominó las fuerzas diabólicas. El Jesús que nació en debilidad -la Navidad sola sería una historia de humillación- acabó venciendo a las fuerzas más poderosas de este mundo: La muerte, el pecado y el Diablo.
Lo que llevó a los primeros cristianos a predicar con DENUEDO, palabra que mucho más que coraje, valentía, era que creían en: El Señor vencedor. Debe ocurrir esto con nosotros hoy. Nuestro Jesús es Dios fuerte y un día “Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor” Filipenses 2:10-11. La Navidad nos anuncia que el Dios fuerte que es Señor de la Historia, que un día reinará sobre todo, será la glorificación del Salvador, la Navidad nos habla de esperanza y de fortaleza para el creyente que todo estará bajo sus pies.
Padre eterno. Analizar por separado el término, Dios fuerte podría transmitir cierta sensación de lejanía y frialdad. El Soberano, el Todopoderoso es tan grande que no tiene tiempo para ocuparse de mí. Soy una hormiga en el gran universo, pero una hormiga por quien el Padre eterno tiene cuidado. Él es demasiado importante para prestar una dedicación personal a cada criatura. Esta era la noción que tenían los paganos de sus dioses como ser los griegos.
En el cristianismo, encontramos un hecho singular, que no aparece en ningún lado más. Este Dios fuerte es al mismo tiempo un Padre íntimo, personal, que ama a cada ser humano como algo precioso y único. Jesús, aunque él mismo no es Dios Padre, comparte esta sensibilidad paternal. Ello es lógico puesto que Cristo es la “imagen del Dios invisible”. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Colosenses 1:15.
En numerosas ocasiones durante su ministerio, Jesús muestra una ternura, un afecto y un cuidado profundamente paternales. La ilustración del buen pastor en Juan 10 es un ejemplo excelente: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas… Mis ovejas son mías y nadie las arrebatará de mi mano” Juan 10:11,27-28. Y ya hacia el final de su vida, Jesús llora sobre Jerusalén exclamando: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” Lucas 13:34. ¿Puede haber una mayor expresión de amor maternal que la usada por el Señor en esta metáfora?
Este es un punto crucial de la fe cristiana. Dar el paso del tercer nombre “Dios fuerte” al cuarto “Padre eterno” no es ni más ni menos que la esencia de la experiencia de conversión: Jesús no es solo el primogénito de toda creación, que creó el universo para llegar a ser como un Padre.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;(A) por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él”. 1 Juan 3:1
Es el paso de ser creación natural a ser creación espiritual, ser un creyente nacido de nuevo. Dios -Jesús- deja de ser un concepto para ser un “tú” con el que tengo una relación viva, personal.
Hay quienes a través de la historia llamaron a Dios de distintas maneras: Aristóteles el filósofo, se refería a Dios como: El Inmovible Movedor, muy ingenioso, significa que no hay nada puede afectar a Dios, Él puede cambiar todas las cosas, pero ninguna cosa lo puede cambiar a Él, Él es inconmovible de acuerdo a Aristóteles, pero Dios es tocado, Dios es movido y conmovido por nuestras debilidades y enfermedades. Aldo Huxley moderno filósofo inglés decía, llamaba a Dios: El Eterno Desconocido, y aseguraba que nadie conoce y nadie puede conocer a Dios, para Huxley Dios era un absoluto desconocido, y nuestros jóvenes influenciados por películas de ciencia ficción, como la Guerra de las Galaxias se refieren a Dios como: La Fuerza, para el irreverente de hoy le llama así: Él es el Hombre de Arriba, el Gran Jefe, El Flaco, etc. pero 177 veces en los evangelios Jesús llama a Dios Padre, y cuando usted dice: Padre, está expresando la naturaleza de Dios porque la naturaleza de Dios es la naturaleza de un Padre.
Algunos creen que Dios es Padre porque es el reflejo de nuestra paternidad, de ninguna manera, su paternidad no es un reflejo de la nuestra, sino viceversa, nuestra paternidad es el reflejo de la suya.
Dios no es como un padre, esta no es una analogía, Dios es un Padre, cuando decimos Padre, no estamos hablando de lo que a Dios se parece, hablamos de lo que Dios es.
Cuando decimos a Dios Padre, estamos infiriendo que somos sus hijos, que somos sus criaturas, que hemos sido espiritualmente engendrados por él, Dios no es universalmente el padre de todos los seres humanos, frecuentemente con palabras impactantes escuchamos hablar de la paternidad universal de Dios, y la hermandad universal de los hombres, no se trata de un Padre universal, Dios no es el padre de todas las personas, Dios es el padre de aquellos que ha engendrado espiritualmente, y que por nacimiento espiritual, pertenecen a la familia de Dios. Refiriéndose al Señor Jesucristo, la Biblia dice en Juan 1:11-12 «A los suyos vino pero los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios».
Jesús les dijo a los perdidos líderes religiosos de su tiempo en Juan 8:44, «Vosotros sois de vuestro padre el diablo y los deseos de vuestro padre queréis hacer». En otras palabras: De tal palo, tal astilla. Gálatas 3:26 dice: «Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús». Esa es la forma en que venimos a ser hijos de Dios, esa es la manera en como Dios viene a ser nuestro Padre,
Todo padre tiene responsabilidades hacia sus hijos, y nadie puede culpar a Dios de negligencia frente sus hijos, Él es un Padre que sabe cuidar muy bien de los suyos, Dios cumplirá sus responsabilidades hacia vos, y esto debe ser de gran consuelo cuando pensás en Dios como tu Padre, y porque somos sus hijos, tenemos su amoroso cuidado.
El Señor nos enseñó en: Mateo 6:26, “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”
Un padre también corrige, Hebreos 12:8 dice: “Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”.
¿Cuál es la diferencia entre como Dios maneja la situación con sus hijos, y con los que no lo son? Con sus hijos, Dios enfrenta la situación al contado, con los hijos del Diablo lo hace a crédito; con sus hijos, Dios actúa como Padre, con los que no lo son, actúa como Juez; con sus hijos Dios actúa ahora, con quienes no lo son, Dios actuará en el día del juicio.
Veamos lo que dice Romanos 2:5 “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira”,
Creo que todos habrán escuchado de Corry Ten Boom, en relación con esto ella dijo: “No luche, anídese en sus brazos, Él es su Padre”. En el Salmo 103:13 leemos: “Como el Padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen…»
Príncipe de paz. La luz llega a su máxima intensidad. El día llegó a su máxima luz, a su clímax. El último nombre dado a Jesús es la consecuencia final de todos los anteriores. Cristo ha venido para traer paz. El Evangelio son buenas noticias. El mensaje de la Navidad resume perfectamente estas noticias: “Os doy nuevas de gran gozo… que os ha nacido hoy un Salvador que es Cristo el Señor” Lucas 2:10-11. Es un príncipe -aunque nació en humillación- y ha venido para traer paz.
Es una paz en tres niveles. Ante todo, paz con Dios: “Salvará a su pueblo de sus pecados” Mateo 1:21, porque su tarea central como Salvador es reconciliar al hombre con Dios. También paz entre los hombres. En un mundo sangrante, con una violencia sin límites, Jesús es el único que puede derribar los muros llenos de alambradas que separan familias, pueblos, razas, porque él es fuente de perdón y reconciliación. Y, por último, paz interior, con uno mismo, porque él prometió “mi paz os dejo, la paz os doy”. La paz y la pacificación son inherentes a la persona de Cristo y, por tanto, privilegio y responsabilidad de sus seguidores el vivirla y proclamarla.
Este Jesús es el mejor regalo de Navidad. Es el regalo que Dios mismo nos dio y el que nosotros podemos compartir con otros. Que viva y que vibre en nuestro corazón el Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno y Príncipe de paz.
“Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”
Jesús nació en el tiempo que el Imperio Romano estaba en su apogeo, y en los días de Augusto César. Se extendía tanto que se llamaba el Imperio del Orbe de la tierra, o sea escasamente hubiera algo de tierra en el mundo que estuviera fuera del poder romano. Jesús nació cuando Judea era una provincia tributaria de ese imperio. Se lleva a cabo un censo, con el propósito económico, que nadie quedara afuera de los impuestos.
Jerusalén había sido tomada por Pompeyo 60 años antes. El imperio gozaba de una paz universal, y el templo de Jano en Roma estaba cerrado, porque era el dios de la guerra, era el tiempo más indicado para que naciera el “Príncipe de Paz” Isaías 9:6. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
¿Qué concepto de paz tenían los pastores? Para un romano, paz era el control de Roma sobre los territorios conquistados, era el postrarse ante el Cesar, era el estilo de vida del Emperador, quien se creía en muchos casos como dios. No hay paz, sin el pacificador. El mundo no cambió, sigue necesitando a Dios. Dios no cambió, sigue buscándonos. Cuando nació Jesús, el templo del dios Jano (de la guerra), estaba cerrado, ya que se habría solamente en tiempos de guerra.
Sin duda, la paz fue el elemento central del mensaje de Jesús durante Su tiempo en la Tierra. Considere algunas de las afirmaciones de la Biblia sobre este tema
Declaración de Paz: “Y repentinamente fue con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan a Dios y decían: Gloria en la alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres.” (Lucas 2:13-14)
Paz “que no es de este mundo”: “La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”, (Juan 14:27)
Paz que vence el desorden: “Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, Jesús mismo se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.” (Lucas 24:36)
Palabras de confianza y paz: “Estas cosas os he hablado, para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; mas confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33)
Paz para la jornada de la vida: “Entonces les dijo Jesús otra vez: Paz a vosotros; como me envió el Padre, así también yo os envío.” (Juan 20:21)
Bibliografía: Comentarios de Pablo Martínez Vila, Biblia Electrónica y varios otros.