27 julio, 2014

El perdón de todo corazón


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Mateo 18: 21 -35 – PARABOLA DE LOS DOS DEUDORES

IGLESIA 27.7.2014

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.  Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.  A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas”.

Hoy vamos a meditar un conocido pasaje de la Palabra, con el mismo objetivo de siempre: que su estudio nos deje alguna enseñanza para aplicar en nuestra vida. Si no es así, todos hemos perdido una gran oportunidad, pero la responsabilidad de quien les habla es la mayor. Lo analizaremos desde los dos puntos de vista que Dios nos quiere enfatizar en la enseñanza, mi relación con Él y mi relación con vos hermano. Antes de continuar debemos recordar que las parábolas tienen una sola verdad central y aquí se trata del perdón. Esta se encuentra dirigida a la Iglesia y la acción comienza a partir de una pregunta de Pedro: “cuantas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí”?, quizás condicionado porque Jesús hablo mucho sobre el perdón en este capítulo del evangelio. A principios del mismo (v.1) ya los discípulos le habían hecho otra pregunta al Señor demostrando que aún no entendían ni al Señor ni a su ministerio.

Mucho le debemos a Pedro por esta enseñanza inmortal de nuestro Señor que el Espíritu Santo quiere recordarnos. Pedro no tenía “pelos en la lengua” y lo que tenía que decir lo decía. Con su pregunta quiso demostrarle a Dios mismos que actuaba bien y era muy generoso; tenía  fundamentos para ello. Los rabinos enseñaban que un hombre debe perdonar 3 veces a su hermano; ellos decían “el que ruega a su vecino que lo perdone no debe hacerlo más de 3 veces” y se apoyaban en la Palabra, interpretándola mal por supuesto, para sustentar su posición, más precisamente en el libro de Amos, que en distintos pasajes muestra el juicio de Dios a las naciones utilizando la misma fórmula varias veces; veamos, por ej., en 1:3Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro”. Ellos deducían erróneamente de la lectura de este pasaje que hasta el tercer pecado Dios perdonaba y a partir del cuarto comenzaba el castigo, (NADA MAS ALEJADO DE LA REALIDAD) y Pedro  se afirma en esa idea y hasta se agranda, porque multiplica por dos la cantidad máxima de perdón, lo llevó a 6 y además le agrega 1: llegando así a 7 que simbolizaba para los judíos el número perfecto. Listo cerrado el paquete con moño y todo; quedé como un maestro ante el Señor, ahora me felicita  o me sienta a su diestra, pensó. Pero el Señor, como lo hace siempre que pretendemos agrandarnos ante su presencia, lo llamó a la realidad y le responde: no Pedro, no es hasta 7 veces, sino hasta 70 veces 7.

Que le quiso decir Jesús: 490 veces?, NO, le quiso decir SIEMPRE, porque no debe haber límite para el perdón. Imagino la desazón de Pedro, que es la misma que sentimos nosotros cuando aceptamos que debemos perdonar al hermanos que nos ofende reiteradamente.

Y a partir de su respuesta, el Señor relata una parábola que cuenta  que el reino de los cielos, es semejante a un rey que un día quiso que le rindan cuentas, empezó a recorrer su país y comenzó a llamar a sus mayordomos. Se encontró con una sorpresa: uno de sus siervos le debía 10.000 talentos. El “talento” era una unidad fundamental de peso; indicaba un peso determinado de dinero. La deuda de 10.000 “talentos” era equivalente a 60 millones de denarios o para hacerlo más entendible, 6.500.000 de dólares. La deuda era, pues, impagable. La idea del Señor era enseñar algo con llamativa claridad por eso exagera con las cifras, utilizando una regla figura gramatical denominada hipérbole.

La escena, utiliza deliberadamente datos artificiosos para su exclusiva finalidad pedagógica. Por ejemplo, para tener una idea por compasión, Perea y Galilea daban anualmente a Herodes Antipas en concepto de impuestos 200 “talentos”; Idumea, Judea y Samaría a Herodes Arquelao 600 “talentos”.

Se menciona incluso en la parábola, para compensar en parte la deuda, la contingencia de vender a su mujer, hijos y todo lo que tenía (v.25). En los contratos de entonces se aceptaba la posibilidad de incluir a la familia por las deudas contraídas por el padre (2Re_4:1). Con el ejemplo, se ve lo inverosímil de poder, con esta venta, lograr ni una cantidad respetable ante la deuda de los 10.000 “talentos.” Es un dato más de alegoría en la parábola para destacar la misericordia de su Señor con él. Por lo que, no pudiendo pagar, el dueño se lo perdona TODO. Aquí tenemos algo importante para destacar; el siervo no pidió misericordia hasta que se sintió desbordado por las circunstancias y muchas veces los creyentes somos así, vamos al Señor como última opción cuando siempre debe ser la primera.

La parábola nos sigue relatando la actitud del siervo perdonado, porque terminada esta situación se encuentra con un consiervo que le debía 100 denarios (10 dólares aprox.), en comparación algo ínfimo en comparación a lo que le había sido perdonado pero él tiene un actitud que no se compadece con la del Rey, dado que exige al otro consiervo para que le pague, y  al no hacerlo, lo mete en la cárcel. Enterado el rey (por el comentario de otros consiervos), lo manda encarcelar hasta que pague la deuda. Comparar la similitud de los versículos 26 y 29, destacando la falta de misericordia del siervo perdonado.

La parábola, como dijimos se refiere específicamente al perdón, pero no podemos dejar pasar otras interesantes enseñanzas doctrinales que se destacan, aunque lo primero que debemos hacer es identificar a los personajes:

a.- Quien es este Rey que puede en un determinado momento vendrá pedir cuentas a sus siervos, reclamar la deuda, demostrar que es impagable y tener la facultad de ser movido a misericordia perdonándolas a su propio costo: es Dios. Lo hace por el sacrificio en la cruz de Jesús. (Fil.2: 5-11)

b.- Quien es el siervo que debía tanto a su Señor que nunca podría pagarlo: soy yo hermanos, vos, es toda la humanidad en su relación con Dios. Quién de nosotros puede pararse ante Dios y decirle: no necesito el sacrificio de Jesús, decime cuanto te debo y te pago: (1 Corintios 6:9-11). El siervo actuó con egoísmo conforme a los dictados de la Ley (v.30). Había una deuda; sí. Era justa y legítima; sí. Tenía el derecho de reclamarla; sí. Pero debemos recordar lo que Cristo quiere enseñar: que Él tiene compasión y misericordia con nosotros, nos perdona y borra todas nuestras deudas y nosotros debemos hacer lo mismo.

c.- A quien representa el consiervo: nuevamente a vos y a mi hermano, pero en mi relación uno con el otro. Quizás en este mismo lugar se encuentre presente un hermano, pero no sentado a tu lado porque aún no le hemos perdonado alguna ofensa, que no costo mucho más de 10 dólares. Que nos dice el Señor al respecto: Mateo 6:12 – 14 y 15: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.

Marcos 11:25-26: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”.

ENSEÑANZAS DE LA PARABOLA:

a) El motivo por el que el consiervo debía haber sido perdonado: el que el rey — Dios — le había perdonado a él. “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mat_5:48;  Col_3:12-14; Efesios 4:2 y 32).

b) También se percibe, alegorizada, la distancia entre el perdón del rey al siervo (U$S 6.500.000) y lo que no quería perdonar aquel otro siervo (U$S 10). Esto habla de la deuda infinita del perdón de Dios a los seres humanos, y la pequeñez de perdón de los seres humanos entre sí. Cuando realmente alcanzamos a ver esto, sabremos que un espíritu renuente a perdonar a un hermano es inexcusable. PODEMOS (Y DEBEMOS) PERDONAR TODO.

c) Pero el punto central es la necesidad de perdonar para que Dios perdone. (1 Juan_4:20 “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?).

CONCLUSION:

No existe Iglesia espiritualmente sana si no practica el perdón entre los hermanos. Y para esta Iglesia “enferma” llegará el juicio (v.34-35). Es un asunto claro y crucial, tenemos que vivir una vida de perdón y misericordia, tenemos que desarrollar una naturaleza de perdón y compasión, de misericordia y amor hacia los otros. Notemos 3 cosas: a) el perdón sale del corazón y si no ha sido cambiado por Dios, es imposible perdonar; b) Cristo dice Mi Padre, no Vuestro Padre; no es de Cristo aquel que no perdona y c) el que no perdona no conoce el perdón  de Dios. Mt.5:44-45 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”.

En esta mañana, quizás nos encontremos con las dos situaciones relatadas en la parábola: algunos de los presentes no entendió todavía que debe pedir a Cristo perdón por sus pecados  y otros, si bien entendimos esto, como creo que ocurre con casi todos nosotros, todavía guardamos en nuestro corazón falta de perdón hacia un hermano, un compañero de trabajo, esposa o esposo. Es más, quizás en este mismo lugar se encuentre la persona a la que no perdonaste. En el nombre de Jesús te pido que cuando concluya el culto te levantes, te dirijas hacia ese hermano y le pidas perdón, de TODO CORAZON, como lo pide Jesús (v.35). Y si no está presente en el culto, hoy mismo llámalo por TE, invítalo a tomar un café y cumplí con lo que Dios te reclama. Si no lo haces te espera la prisión de vivir en amargura, resentimiento y profundas raíces de rencor y también la urgente e imperiosa necesidad de volver a examinar tu relación con Dios.

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