8 enero, 2017

La carrera de la fe


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¿Cuántos conocen a Usain Bolt? Es el hombre más rápido del mundo, el atleta jamaiquino que ha conquistado todas las pistas de carrera que ha pisado.

Es un tremendo deportista, reconocido a nivel mundial. Hace algunos años estuvo en Argentina compitiendo en la avenida 9 de julio contra un colectivo del Metrobus. ¿Adivinen quien gano? Y si, Usain Bolt.

¿Pero qué tiene que ver este hombre con nosotros? La reflexión de hoy nos permitirá pensar en aquellas cosas que compartimos en común.

Si bien, ninguno de nosotros tenga la capacidad de llegar a ser un atleta profesional, la biblia nos compara con uno de ellos. La palabra de Dios va a decirnos que, así como este jamaiquino, corremos una carrera mucho pero mucho más importante que las competencias que este hombre corrió en toda su vida.

La carrera que debemos enfrentar tiene trascendencia eterna, no se trata tan solo de una copa, de dinero, se trata de la vida, y la vida eterna.

Debemos comprender la importancia de poder percibir que nuestra vida es una carrera y como tal, debemos tener ciertos recaudos para no quedarnos en el camino. Y así de esta manera entender quién es nuestra meta, nuestra inspiración, nuestra compañía, nuestro sustentador para poder llegar al final, ver la bandera a cuadros, ver a nuestro Señor Jesucristo.

Hebreos 12:1-2

Heb 12:1 Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,

Heb 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador  de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.

El autor de Hebreos, nos lleva a imaginarnos un escenario olímpico (así como podemos imaginarnos un escenario lleno de gradas) compuesto por muchos héroes de la fe, testigos de lo que Dios puede hacer, con nombres propios y anónimos. Sin duda está haciendo referencia al capítulo 11, esa famosa galería de la fe.

Nos dice que es una nube, dando una idea de que son muchísimas las personas que han pasado por esta carrera, la misma que estamos corriendo nosotros.

Ellos muestran que existe esta carrera, y que de la mano de Dios se puede llegar a la meta. No todos tuvieron un final feliz mirándolos debajo del cielo, pero si podemos asegurar que fueron exitosos desde la mirada del cielo, desde la perspectiva bíblica, que es lo que verdaderamente interesa.

Otra idea que da el autor, es que el cristiano no es un paseante que anda despreocupado por los caminos de la vida, sino más bien un viandante que sabe a dónde va. No es un turista que vuelve a pasar la noche a su punto de partida, sino un peregrino que siempre va de camino. La meta es nada menos que la semejanza con Cristo. La vida cristiana tiene un destino, y estaría bien que al final de cada día nos preguntáramos: “¿Cuánto he avanzado?”

Por eso será muy importante tener en cuenta los consejos que nos dejó el Señor, plasmado en las escrituras, para que nada ni nadie nos estorbe en este pelegrinar cristiano.

1- Despojarnos de todo peso.

El primer consejo que nos da el autor, inspirado por el Espíritu Santo es despojarnos de todo peso.

A nadie se le ocurriría correr una carrera (la más importante de su vida) con una mochila llena de piedras. Es difícil imaginar a Usain Bolt con varias bolsas llenasde escombros en sus  hombros.

Estos corredores tienen marcas deportivas como sponsor, los cuales no solo se encargan de girarle mucho dinero por usar su ropa, sino que año tras año investigan e innovan en la tecnología de las mismas, para que el material de cada conjunto sean más livianos, las zapatillas tengan una adherencia especial, un peso ideal para que el corredor tenga menos obstáculos para hacer su mejor tiempo. Sin duda hay toda una preparación en cada atleta para hacer su mejor performans.

Ahora, muchos de nosotros no tenemos realmente en cuenta que estamos en plena carrera, que estamos en la competición más importante de nuestras vidas. E ingenuamente pretendemos correr con peso, ese que no nos permite avanzar, esa carga que nos limita, que nos cansa, que nos desanima.

Hay muchos ejemplos de situaciones que nos pueden estar estorbando para poder avanzar.

1.1 La falta de perdón.

Imaginemos que José, el hijo menor de Jacob, aquel que fue maltratado por sus hermanos, que fue conmovido en todo su ser, despreciado, odiado, al punto de ser casi asesinado por ellos, vendido al mejor postor, no hubiera perdonado jamás a cada uno de ellos. ¿Qué hubiera pasado con José?

Sin lugar a dudas, no habría podido avanzar hasta donde llego, Dios seguramente no lo hubiera promovido a ese lugar de preeminencia, no hubiera podido seguir adelante con esa pesada carga del rencor, del odio hacia aquellos que lo abandonaron como un perro.

José es un gran ejemplo del saber perdonar.

Equivocarse es humano, pero perdonar es divino. Sin duda que José pudo perdonar a sus hermanos solo con la ayuda y la asistencia de Dios. El hombre no está capacitado para perdonar. Solo con la intervención de Dios podemos hacerlo.

Si José no perdonaba a sus hermanos, iba a quedar preso de ellos, porque la falta de perdón trae amargura, trae prisiones oscuras a nuestra vida.

Quizás digas, pero no sabes lo que me hizo el, o ella. No tenes idea lo que me hicieron, hasta el día de hoy sufro las consecuencias de esas maldades. La verdad es que si hemos recibido el perdón de Dios, si hemos sido liberados de la condenación que nos esperaba, con todo lo que le hemos hecho al Señor, debemos tener la misma actitud que tuvo Jesús por nosotros.

Col 2:13 Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, habiéndonos  perdonado todos los delitos,

Col 2:14 habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz.

Dios tenía muchos argumentos para no perdonarnos, pero aun así por las riquezas de su gracia nos perdonó.

Dios nunca nos va a pedir algo que Él antes no haya hecho.

Muchos dicen que se puede perdonar sin olvidar. Muchos dicen que han perdonado, pero cuando ven a la otra persona en conflicto se le hace un nudo en el estómago.  

Lamentablemente eso no es perdonar. El ejemplo máximo que debemos imitar es el que nos dice Pablo en Colosenses 3:13

Col 3:13 soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Aquí habla de perdonar como Cristo nos perdonó, no baja el nivel al plano humano, sino que lo eleva a su nivel de perdón.

¿Qué hizo Dios con nuestros pecados?

Miq 7:18 ¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se complace en la misericordia.

Miq 7:19 Volverá a compadecerse de nosotros, hollará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos sus pecados.

Ese es el perdón que debemos dar a aquellos que nos han herido. El mismo que Cristo nos dio a nosotros.

El perdón libera, el perdón trae alivio a nuestras vidas.

El perdón cuesta, a Dios le costó su Hijo, no es fácil, es sobrenatural, necesitamos estar llenos de su espíritu, es decir gobernados por Él, sino es imposible.

Pero la amargura y la culpa son pesos que no nos van a dejar correr esta carrera de la fe. Por eso, debemos soltar el perdón para dejar de estar prisioneros.

Si tenes a Cristo en tu corazón sabes lo que se siente el ser perdonado, una experiencia imposible de superar, no olvidemos que nosotros estábamos en deuda con Dios, y el pago esa deuda por nosotros, nos trajo libertad, el cargo con nuestros pecados.

Despojémosnos de este peso, ponete a cuentas con tu esposa, con tu esposo, con algún hijo, algún hermano de la iglesia, con el que sea, necesitamos perdonar para poder avanzar en la vida de la fe.

José es un gran ejemplo de cómo se puede perdonar y olvidar. El va a tener dos hijos, al mayor le pondrá Manases, que significa “el que hace olvidar, con esto demuestra que José había vencido la amargura. Era un testimonio de que Dios lo había hecho olvidar de todo los largos años de prueba y de la nostalgia de su hogar.

Y al segundo le puso por nombre Efraín, que significa “fructífero”, porque Dios hace fructificar a los que saben perdonar y olvidar.

Génesis 50:15-21

Gén 50:15 Pero ahora que su padre había muerto, los hermanos de José tuvieron temor, y se decían: «Ahora José mostrará su enojo y se vengará por todo el mal que le hicimos».

Gén 50:16 Entonces enviaron a José un mensaje que decía: «Antes de morir, tu padre nos mandó que

Gén 50:17 te dijéramos: “Por favor, perdona a tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado con tanta crueldad”. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te suplicamos que perdones nuestro pecado». Cuando José recibió el mensaje, perdió el control y se echó a llorar.

Gén 50:18 Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron al suelo delante de José y dijeron: —Mira, ¡somos tus esclavos!

Gén 50:19 Pero José les respondió: —No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos?

Gén 50:20 Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas.

Gén 50:21 No, no tengan miedo. Yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos. Así que hablándoles con ternura y bondad, los reconfortó.

Lo que José demostró en estos pasajes es un perdón verdadero, y ese es el que también vemos en Dios, por medio de Jesucristo y es el que nosotros también debemos tener con los demás.

No corramos la carrera sin perdonar, se nos hará imposible. Ese peso del que habla la Biblia, es un peso que nos hace doblar, que no nos permite correr derecho. Es tiempo de tirar esa mochila con la ayuda de Dios, para seguir adelante.

2- Despojarnos del pecado

La palabra despojémosnos significa sacar de uno, dejar a un lado, poner a un lado algo. Similar a cuando uno se saca alguna prenda.

Volviendo al ejemplo del atleta Usain Bolt, nunca podríamos pensar que este hombre si estaría lesionado, con un esguince de tobillo podría correr cualquier carrera. Jamás podría correr con los ligamentos cruzados rotos.

Pero nosotros si queremos correr con nuestros pecados, la más santa de las carreras (la de la vida cristiana).

No podremos avanzar si no nos arrepentimos de nuestros pecados.

Ahora, el autor seguramente este hablándonos del pecado que quizás sea el más doloroso para Dios, el de la incredulidad. Ya que viene hablando en el capítulo anterior sobre la fe, y la raíz de la mayoría de los pecados es la falta de fe en Dios. ¿Porque pecamos la mayoría de las veces? Porque no le estamos creyendo a Dios.

Un ejemplo notable es el del pueblo de Israel. En el libro de números 13, Dios va a pedirle a Moisés que envíe 12 espías, uno por cada tribu, para que vean la tierra que Él les entregaría.

Núm 13:1 Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo:

Núm 13:2 Tú mismo envía hombres a fin de que reconozcan la tierra de Canaán, que voy a dar a los hijos de Israel; enviarás un hombre de cada una de las tribus de sus padres, cada uno de ellos jefe entre ellos.

Núm 13:3 Entonces Moisés los envió desde el desierto de Parán, al mandatodel SEÑOR; todos aquellos hombres eran jefes de los hijos de Israel.

Claramente el Señor les dice que se las iba a dar. Pero 10 de los 12 trajeron un mal informe.

Núm 13:27 Y le contaron, y le dijeron: Fuimos a la tierra adonde nos enviaste; ciertamente mana leche y miel, y este es el fruto de ella.

Núm 13:28 Sólo que es fuerte el pueblo que habita en la tierra, y las ciudades, fortificadas y muy grandes; y además vimos allí a los descendientes1 de Anac.

Núm 13:29 Amalec habita en la tierra del Neguev, y los heteos, los jebuseos y los amorreos habitan en la región montañosa, y los cananeos habitan junto al mar y a la ribera del Jordán.

Núm 13:30 Entonces Caleb calmó al pueblo delante de Moisés, y dijo: Debemos ciertamente subir y tomar posesión de ella, porque sin duda la conquistaremos.

Núm 13:31 Pero los hombres que habían subido con él dijeron: No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros.

Núm 13:32 Y dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura.

Núm 13:33 Vimos allí también a los gigantes (los hijos de Anac son parte de la raza de los gigantes); y a nosotros nos pareció que éramos como langostas; y así parecíamos ante sus ojos.

Núm 14:1 Entonces toda la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche.

Núm 14:2 Y murmuraron contra Moisés y Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la congregación: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en este desierto!

Núm 14:3 ¿Y por qué nos trae el SEÑOR a esta tierra para caer a espada? Nuestras mujeres y nuestros hijos vendrán a ser presa. ¿No sería mejor que nos volviéramos a Egipto?

Núm 14:4 Y se decían unos a otros: Nombremos un jefe y volvamos a Egipto.

La incredulidad es contagiosa. Qué triste es no creer a las promesas que Dios nos ha dado. La incredulidad es un pecado que nos lleva a pensar y a accionar de maneras alocadas.

El pueblo de Israel prefería morir en el desierto, prefería volver a la esclavitud de Egipto. A veces nos parecemos mucho a este pueblo de corazón duro. La falta de fe, nos rodea, nos abruma, nos estanca. Y nos trae terribles consecuencias.

Por esta actitud, Dios determino que tan solo Caleb y Josué entrarían a la tierra prometida.

Juan 11:40 Jesús le dijo*: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?

¿Cuánta gloria no hemos visto por no creerle a Dios? ¿Cuántos milagros se han ido por ser incrédulos a su palabra? No solo milagros físicos, sino de matrimonios restaurados, de familias sanadas, de corazones curados.

Tenemos una carrera por delante y necesitamos creerle a Dios.

“Pero esto que me está sucediendo es imposible de soportar, es imposible de parar”  “esta crisis no tiene remedio” “mis finanzas están destruidas, no tienen solución”. Esto es lo que nos dice este mundo pero el Señor en su palabra nos dice:

Lucas 1:37 Porque ninguna cosa será imposible para Dios.

Es tiempo de creerle, es tiempo de escuchar solo la voz del Buen Pastor.

Miremos Hebreos 11, y sigamos los ejemplos de nuestros hermanos que nos antecedieron, todo lo que hicieron para los ojos de los hombres era imposible, pero le creyeron a Dios y eso cambio el transcurso de sus vidas.

No nos dejemos estorbar por el pecado de la incredulidad. Dios traerá descanso, traerá refrigerio en medio de esta carrera, Dios es nuestro sustentador.

3- Corramos con paciencia

La palabra paciencia no se refiere a la que acepta las circunstancias, sino a la que las domina. No es nada meramente romántico lo que nos da alas para sobrevolar las dificultades y los obstáculos, sin prisas pero sin indolencia, sino la determinación que persiste en el esfuerzo y rechaza el desánimo. Los obstáculos no la intimidan, y las dificultades no le quitan la esperanza. Es una endereza inalterable que se mantiene hasta alcanzar la meta.

Sin lugar a duda este sentir viene del cielo, solo en Dios podremos lograr esta entereza, esta paciencia. La cual es fruto de una vida espiritual.

Y si alguien fue paciente, ese es Noé. 120 años construyendo algo que jamás el ojo humano había visto antes. 120 años trabajando sin cesar en algo que para el hombre era una locura.

Día tras día, Noé, pregonero de justicia, declaraba el pecado de esa generación, pero a su vez había una buena noticia: habría salvación para aquellos que se arrepintieran. Nadie más que su familia lo escucho.

El secreto de este hombre justo y perfecto en su generación sin duda fue su diario andar con Dios.

Seguramente blanco de incansables burlas, pero la Biblia nunca menciona que en algún momento haya dudado de lo único que tenía, la palabra de Dios.

Génesis 6:22 y 7:5 va a decir “hizo conforme a todo lo que le mando el Señor”.

Perseverancia, constancia, solo en la palabra que un día Dios le hablo.

Heb 6:11 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza,

Heb 6:12 a fin de que no seáis perezosos, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas.

Seguramente el escritor ya estaba pensando en lo que tenemos hoy en nuestras biblia, hebreos 11. Ya estaba escuchando el susurro del Espíritu dándole el ejemplo entre ellos, el de Noé.

La fe y la paciencia serán claves en esta carrera.

Corramos con paciencia esta carrera, a pesar de que se tarde su promesa, Él es Fiel para cumplirla. Aunque parezca que ya está todo perdido, Dios nunca se olvida de sus hijos.

Sal 40:1 Al SEÑOR esperé pacientemente, y El se inclinó a mí y oyó mi clamor.

Sal 40:2 Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos.

Sigamos corriendo hacia la meta, confiando y esperando solo en Él!!!

4- Puestos los ojos en Jesús.

Todo corredor tiene una meta, un objetivo. El de los profesionales quizás sea la medalla de oro, el campeonato mundial, la fama, el dinero.

Para nosotros, nuestra meta debe ser Cristo.

Este punto será la piedra fundamental de toda nuestra vida, de esta carrera crucial de la fe.

Sin ella estaremos perdidos, sin este punto no tendría sentido absolutamente nada de nada.

Jesús debe ser nuestra meta. Nuestros ojos deben apuntarlo a Él, y tan solo a Él.

Cristo es el que nos da sentido, el que ha puesto el color a nuestra vida.

Es Él, el pionero, el explorador de la fe, Él ya ha corrido esta carrera y es el que con sus palabras nos llena de fe para que sigamos hacia adelante.

Cuando nuestra mirada está en Él, aunque haya un mar delante de nosotros, caminaremos sobre él.

El apóstol Pedro tuvo esa tremenda experiencia, Jesús nos enseñó que cuando nos enfocamos en Él, lo imposible se hace posible. Pero allí mismo notamos que cuando sacamos nuestros ojos de Jesús, el temor, el desánimo, la frustración, la incredulidad viene a nuestra vida.

Cuán importante será tener cada día nuestros ojos en Cristo.

Flp 3:13 Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante,

Flp 3:14 prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Este mundo nos ofrece muchísimas opciones para mirar, para desorientarnos, infinidades de luces alrededor de nosotros. No nos dejemos engañar, no nos dejemos seducir por aquellas cosas que tan solo dura un suspiro.

Prosigamos a la meta, Cristo.

Heb 12:2 puestos los ojos en1 Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.

Que mejor ejemplo para terminar que el de nuestro Salvador. Él es el más interesado en que corramos esta carrera como Él lo hizo. A pesar de la cruz, no perdió el gozo, a pesar de las traiciones, prosiguió a la meta, a pesar del dolor de la separación con el Padre, jamás dejo de mirar al cielo.

Jesús como autor de la fe es quien abrió el camino a la presencia del Padre. Como consumador, Él es el guía y el que completa la fe de los creyentes.

Él cumplió la obra de la redención, mediante su muerte, resurrección y ascensión.

Jesús acepto los sufrimientos de la muerte en la cruz porque contaba con el gozo que le esperaba al cumplir la obra de la redención.

Isa 53:11 Cuando vea todo lo que se logró mediante su angustia, quedará satisfecho. Y a causa de lo que sufrió mi siervo justo hará posible que muchos sean contados entre los justos, porque él cargará con todos los pecados de ellos.

El escritor da el ejemplo de Cristo para que nosotros sigamos el ejemplo de la fidelidad de Jesús, y para que resistamos la tentación de desanimarnos en nuestros corazones y apartarnos del Dios vivo.

Jesucristo está sentado a la diestra de Dios, Jesucristo corrió esta carrera, llego a la meta y tuvo su recompensa.

Flp 2:9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre,

Flp 2:10 para que al nombre de Jesús SE DOBLE TODA RODILLA de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra,

Flp 2:11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Sigamos el más grande de todos los ejemplos.

Hay una recompensa, Cristo, solo Cristo y nada más que Cristo.

Corramos esta carrera, inspirados solo en Él, fijando nuestros ojos en el autor y consumador de la fe.

Él nos espera, Él nos alienta, Él prometió estar con nosotros, todos los días hasta el fin.

Con Jesús se puede!!!

 

 

 

 

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