18 junio, 2017

La tierra prometida: conflicto, conquista y posesión


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¿Qué es para nosotros la tierra prometida?
¿Figura del cielo?
¿Cómo poseyó Israel la tierra prometida?
Preparativos para la conquista: Josué 1: 1-9
1:1 Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:
1:2 Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.
1:3 Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.
1:4 Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio.
1:5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.
1:6 Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.
1:7 Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.
1:8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
1:9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

 

En estos primeros versículos del libro de Josué Dios le está indicando lo que finalmente expresa Dios en el versículo 11 cuando dice:
Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.
Dios había dado la tierra a los israelitas en un pacto incondicional. A Abraham, le dijo, en Génesis 17:8: Te daré a ti y a tu descendencia después de ti la tierra en que habitas, toda la tierra de Canaán, en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Sin embargo la posesión de la tierra por parte de Israel sería condicional. Habría un conflicto, y habría conquista. Tendrían que luchar batallas y apropiarse de sus posesiones. Y, como Josué mismo les recordaría en su mensaje final, antes de su muerte, su obediencia a la palabra de Dios determinaría su posesión continua de la tierra.
Este libro fue escrito por Josué sucesor de Moisés, según lo encontramos en el capítulo 24 de este libro, versículo 26 que dice: Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová.
Como dato adicional cabe mencionar que el Talmud (El Talmud es el libro básico del judaísmo. La Enciclopedia Británica declara que el término hebreo “Talmud” se refiere a una compilación de enseñanzas antiguas consideradas sagradas por los judíos desde el momento en que fueron compiladas hasta los tiempos modernos, y todavía son consideradas así por los judíos religiosos. En palabras del Rabino Dr. Jacob Neusner, es el “documento fundacional del judaísmo”) dice que Josué escribió todo este libro, menos los últimos cinco versículos. Y que esos versículos fueron escritos por Finees, hijo del sacerdote Eleazar.
El libro de Josué debió comenzar propiamente en Deuteronomio capítulo 34, el cual nos relató la muerte y sepultura de Moisés. Es la creencia de muchos eruditos, que ese último capítulo del libro de Deuteronomio fue escrito en realidad por Josué.
Josué fue un gran general. Nació como esclavo en Egipto y tenía 40 años de edad en el tiempo del Éxodo. Josué ocupó un lugar sobresaliente en ese tiempo. Estuvo con Moisés cuando subió al monte de Dios, según leemos en el capítulo 24 de Éxodo, versículo 13. Y estaba con Moisés en el Tabernáculo, cuando el Señor se le apareció, según el capítulo 33 de Éxodo, versículo 11.
Ahora observemos esta comparación. Josué tenía 80 años cuando recibió su comisión como sucesor de Moisés y guio a los israelitas a la tierra prometida. Moisés por su parte tenía 80 años cuando dirigió el éxodo de Egipto. Murió cuando tenía 110 años. Había ganado prominencia durante el viaje a través del desierto. Cuando el pueblo fue atacado por el ejército de Amalec, fue Josué el que organizó a los hombres en un ejército que luchó contra Amalec. Además Josué trabajó como siervo de Moisés. Las referencias a él en este último sentido revelan su lealtad a Moisés y su devoción a Dios. En Cades Barnea fue uno de los 12 hombres que fueron a espiar la tierra de Canaán. Y fue uno de los 2 espías que regresaron con un informe favorable, revelando su confianza absoluta de que Dios les entregaría esa tierra.
El nombre de Josué significa «El Señor salva». La misma palabra, en el Nuevo Testamento, es Jesús. Fue un hombre valiente, que demostró depender enteramente de Dios. Tuvo fe, cualidades de liderazgo, entusiasmo y fidelidad. Fue una figura de Cristo, tanto en su persona como en su obra. Alguien ha dicho lo siguiente en cuanto a Josué: «Muestra que un hombre de habilidad corriente, puede llegar a ser líder en la Iglesia. No recibió su llamamiento mediante unas letras llameantes escritas en el cielo, sino por medio de un anciano, el cual conocía a Dios y a Josué, que vio como Dios había equipado, preparado a Josué para ser líder.»
Ahora, el versículo clave en este libro de Josué, lo encontramos en el capítulo 1, el versículo 3 que dice: «Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.»
El libro de Josué contiene una aplicación muy práctica para el creyente de todos los tiempos. La tierra de Canaán, la tierra prometida es vista por muchos cristianos como un lugar dado por Dios para la paz y la tranquilidad de todos los creyentes algo así como el cielo, la realidad es que para el pueblo de Israel mas allá de su desobediencia no ha sido tan fácil tomar posesión de ella por lo que entonces nosotros hoy no podemos pensar en que la tierra prometida pueda ser una figura del cielo. El cielo es un regalo de la gracia de Dios. El cielo no es un lugar de conflicto y conquista. Para los creyentes, la tierra prometida representa más bien el lugar al cual los cristianos han sido traídos aquí en el mundo. El libro de Josué realmente se puede comparar con el libro de Efesios en el Nuevo Testamento, en la cual los cristianos, los que hemos sido redimidos, somos bendecidos «con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo», como nos dijo el apóstol Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 1, versículo 3. Ahora, en nuestra vida cristiana, la posesión y experiencia de esas bendiciones depende del conflicto y la conquista. Las bendiciones nunca se logran por medio de la energía de nuestra naturaleza humana, física, sino por medio del poder del Espíritu Santo en la vida consagrada del creyente. Así, el libro de Josué es el modelo y como tal, ilustra el método por el cual el creyente puede poseer lo que Dios le ha concedido.
El conflicto y la conquista van juntos con la posesión de la tierra.
El tema central de este capítulo 1, comprende tres aspectos. Primero, el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés. En segundo lugar, la promesa de Dios de ayudar a Josué. Y en tercer lugar, la preparación que Josué hizo del pueblo para pasar el Jordán.
El gran tema de este libro es la posesión de la tierra. En este primer capítulo vemos las implicancias de esta posesión.
En estos primeros versículos de este capítulo vemos que Dios fortaleció a Josué e inició a la nación en una nueva modalidad de vida. La jornada por el desierto ya había pasado. Ya no eran nómadas del desierto, sino moradores en la tierra. Rubén, Gad, y la media tribu de Manasés tenían sus posesiones al lado oriental del río Jordán.
El Señor le comunicó personalmente a Josué su misión y su mandato. Es evidente que existe una clara conexión entre este primer versículo y el final del libro del Deuteronomio, que refuerza la teoría que Josué escribió el último capítulo, el 34, de Deuteronomio.
Observemos que el versículo 2 dice: «Mi siervo Moisés ha muerto». Moisés ya no era un personaje esencial para guiar a los israelitas a la tierra prometida. En realidad, Moisés no podía introducirles en la tierra de la promesa. Moisés representaba la ley, y la ley no nos puede salvar. La ley es un revelador. No es un Redentor. Nos muestra que somos pecadores. La ley nunca fue un Salvador, y a Moisés no le fue permitido guiar a Israel a la tierra prometida, a causa de su error.
El problema no estaba en la ley sino en Moisés, así como el problema está en nosotros mismos. La ley revela que estamos destituidos de la gloria de Dios. Reiteramos que El Señor dijo aquí en este versículo 2: «Mi siervo Moisés ha muerto». Sólo Josué para el pueblo de Israel como lo es hoy Jesús para los cristianos es nuestro Salvador, puede guiarnos, en la actualidad, a la tierra prometida de la lucha, la conquista y las bendiciones.
Este versículo nos dice que la tierra fue dada a Israel. Le pertenecía a Israel en forma incondicional. Dios la había prometido a Abraham y a su descendencia. Y Dios reafirmó Su promesa muchas veces en el libro de Génesis.
Dios les había dado esa tierra. La tierra estaba allí. Pero sólo podrían disfrutarla, si tomaban posesión de ella. Esa parte de la tierra sobre la cual caminaban les pertenecería a ellos. Hablando comparativamente, se nos dice en Efesios 1:3 que somos bendecidos «con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo». Desafortunadamente, muy pocos cristianos toman posesión de las bendiciones espirituales que les pertenecen.
Dios les dio a los israelitas la tierra prometida, pero nunca la poseyeron en su totalidad. El hecho es que Israel poseyó muy poca tierra. Y muchos cristianos hoy en día, son como aquellos israelitas en que han sido bendecidos con toda bendición espiritual, y sin embargo, llegan al final de su vida viviendo en la pobreza espiritual, sin haber tomado posesión de esas bendiciones. En el libro de Josué, a los creyentes se nos dice cómo tomar posesión de lo que es nuestro. Y como habrá conflicto, se nos manda en el capítulo 6 versículo 11 de la carta del apóstol Pablo a los Efesios, que nos vistamos de toda la armadura de Dios porque Tenemos un enemigo espiritual que lucha contra nosotros. Dice Efesios 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Nuestro enemigo, es un enemigo espiritual.
Hay una victoria que tiene que ser ganada. Para ser victoriosos debemos vestirnos de toda la armadura de Dios, y entonces venceremos por medio de Jesucristo. Por Él recibiremos salvación, liberación y la posesión de bendiciones espirituales, así como Israel las recibió. Cada victoria que los israelitas ganaron fue dada por Dios. Nunca obtuvieron un triunfo por sí mismos. Si usted y yo alguna vez obtenemos la victoria, será porque Él la ganará para nosotros.
Dios dio a Israel una gran extensión de tierra, pero ellos sólo tomaron posesión de una pequeña parte de lo que Dios les había dado. Lo mismo les sucede a los creyentes en la actualidad, frente a lo que Dios les ha provisto.
Josué, como era un hombre común y corriente, necesitaba ser estimulado. Y Dios hizo exactamente eso. Prometió no dejar solo a Josué. Dios prometió estar con él así como había estado con Moisés. Dos veces, en los versículos 6 y 7, de este capítulo 1, Dios le mandó esforzarse y ser valiente. Dios quería que Josué supiera que no estaría solo.
Vemos que, por 2 veces, Dios le mandó que se esforzase y fuese valiente. Y además, le dijo algo de suma importancia. El versículo 8 dice:
«Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.»
El «libro de la ley» se menciona por primera vez en este versículo. No había revelación escrita antes de Moisés. Dios se comunicaba con Moisés por medio de Sus apariciones. Pero Moisés había registrado fielmente todo lo que Dios le había revelado, así que los primeros cinco libros de la Biblia estaban a disposición de Josué y de los israelitas. Dios les había comunicado todo lo que necesitaban saber para entrar en aquella tierra. No debían apartarse de aquellas instrucciones de la palabra escrita. Debían meditar en ellas y cumplirlas.
Josué debía tomar la Palabra de Dios en una mano y una espada en la otra. Se le ordenó entrar en acción por la fe. Debía esforzarse y ser valiente. Como Israel, nosotros debemos esforzarnos y ser valientes también. Es aquí nuestra tierra prometida, aquí debemos ponernos en marcha por la fe, y por la fe tenemos que apropiarnos de nuestras posesiones espirituales. Recuerde que estamos en este mundo pero no somos de él, es un mundo controlado por un sistema que se opone a Dios. Somos peregrinos y extranjeros en esta tierra. Necesitamos llevar con nosotros la Palabra de Dios en el viaje de la vida.
Por eso muchas veces la gente que no le conoce de la manera que él quiere que lo conozca y aún los más encumbrados religiosos se preguntan por qué tanta violencia y piden por la paz en el mundo, lo cual no está mal, pero como lo dijo el mismo Jesús en Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. El mundo nos ofrece solo aflicción pero Dios no da su palabra y a través de ella y con la presencia del espíritu santo, por fe, la seguridad de tomar posesión de las bendiciones que él tiene para sus hijos.
Josué fue obediente a Dios y entró a la tierra prometida y recibió lo que Dios le había prometido, Josué, como dijimos figura de Cristo trajo bendición al pueblo de Israel.
Jesús es nuestro salvador El que nos permite hoy disfrutar de las bendiciones de la tierra prometida como lo fue Josué para el pueblo de Israel, La única posibilidad para el hombre hoy de gozar de este privilegio es contando con la presencia de Jesús en su vida sin la guía de su Palabra, el viaje por esta vida se convierte en un deambular, en un caminar sin rumbo. Y sin la luz de esa Palabra, el ser humano, vive en la oscuridad, espiritualmente hablando.
Si aún no ha pasado por esta experiencia Usted también puede experimentar esa liberación y entrar en una nueva etapa, en una nueva dimensión, en la cual disfrutará de lo que Dios tiene preparado para usted en esta vida y en la vida futura.

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