12 marzo, 2017

La triple relación del cristiano


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¿Por qué Juan 15 nos muestra que existe una triple relación del cristiano? Podemos dividir el capítulo en tres partes bien diferenciadas.

1) Nuestra relación con Cristo, Juan 15:1-11, Isaías 5:7;

2) Nuestra relación mutua, Juan 15:12-17, y más adelante Juan 17:21; y

3) Nuestra relación con el mundo. Juan 15:18-27.


1) Nuestra relación con Cristo, Juan 15:1-11, Isaías 5:7

a) Es una relación de vida. Juan 3:16, Juan 10:10, Juan 15:5.

Se trata de una vida nueva. 2 Corintios 5:17, ídem 8:9; Gálatas 2:20, Romanos 5:2, 6:4.

Se trata de una vida llena de gracia.

Se trata de una vida de fe sencilla y auténtica.

Se trata de una vida con propósito. Marcos 5:19-20; 1 Pedro 2:9.

Se trata de una vida que vence la mediocridad.

Se trata de una vida que requiere una permanente limpieza o “poda”.

PODA: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquél que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. (Juan 15:2). “Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:2b).

Los jardineros, si son buenos en su oficio, tienen dos opciones: Cortar definitivamente una   planta o podar. Por supuesto, ninguna de estas opciones parece divertida desde el punto de vista de la planta. La idea de ser cortado sugiere algo doloroso, o, en el mejor de los casos, algo incómodo. Desde la perspectiva de la planta, el corte es un concepto negativo. Significa retroceder.

El jardinero tiene una visión diferente. Cuando nosotros, “las plantas”, comenzamos a ver las cosas como Dios las ve, descubrimos que los momentos dolorosos de corte, a menudo producen un vigoroso crecimiento espiritual. Al retroceder, avanzamos. Las experiencias que parecen negativas pueden arrojar resultados positivos.

Si eso es cierto para nosotros, también lo es para aquellos a quienes servimos. Pero a menudo los  líderes le rehuyen a la tarea de podar.

La poda es parte esencial de la tarea de la buena atención espiritual. El corte no es algo cruel cuando es necesario. Una confrontación con amor, una negación firme, una reprensión directa: Estas son herramientas de poda para producir más y mejor fruto en las vidas de los seguidores de Cristo.

Tal vez los líderes prefieran evitar las conversaciones embarazosas e incómodas.

Pero, ¿Qué puede pasar sin un recorte cuidadoso? La productividad puede disminuir. La iglesia puede volverse descuidada. Evite la pena de la confrontación, y las energías se gastarán en otro lado, generalmente en mantener follaje innecesario: Programas anticuados, actividades sin sentido, y expectativas inapropiadas, en un intento por mantener a las personas felices.

La atención espiritual no significa consentir los sentimientos de las personas o perpetuar sus proyectos favoritos. Una reprensión apropiada o una corrección acertada y oportuna, pueden reorientar el enfoque de la iglesia de vuelta a su misión: Producir fruto.

Podar entonces involucra cortar las ramas muertas, y cortar ramas vivas, para sacudir el árbol o vid, y estimular el crecimiento.

Un pastor tenía un vecino judío, que era un increíble cultivador de rosas. Su jardín se veía siempre hermoso, así que el pastor lo invitó a ir a su patio para que pusiera su toque mágico en sus rosas. Fue una maravilla verlo. Trajo su podadera y podó sin misericordia. Le dolió verlo cortar las rosas, “¡Juack, juack, juack!”. Cuando el experto terminó, los arbustos se habían convertido en pequeños tronquitos. Los podadores profesionales le dirán que la mayoría de la gente es demasiada tímida cuando tiene que podar (“¡Me da tanta lástima cortarla!”, “¡Me da tanta pena!”). El pastor admitió que podar, para él significaba cortar con gentileza los pedacitos muertos.

No era así, lo que estaba vivo también debe cortarse: Ramas, hojas y aún flores. Evidentemente el vecino, sabía lo que estaba haciendo, pues las rosas ese año retoñaron más hermosas que nunca. Aquí está el punto. La mayoría de nosotros cree que cuando Dios nos poda, corta el pecado y lo superficial; las ramas muertas de nuestra vida. El lo hace, pero además corta algunas cosas que están vivas y tienen éxito: Un negocio que va muy bien, una relación satisfactoria, buena salud, etc. Algunas de estas cosas pueden ser eliminadas para traer mayor fructificación.

Con frecuencia, Dios también corta las cosas buenas para hacernos más saludables. No solo se corta la madera muerta. No es siempre agradable, pero podar es esencial para el crecimiento espiritual. No es una opción. Recuerde, Dios se glorifica cuando producimos “mucho fruto” (Juan 15:8), y esto requiere podar. Debemos recordar que las podadoras están en las manos de nuestro amoroso Dios. El sabe lo que está haciendo, y quiere lo mejor para nosotros.

Si vos sos un cristiano vas a ser podado. Contá con eso. Tal vez ahora mismo estés en medio de esta experiencia, y quizás no todo sean ramas muertas. Dios corta las ramas que creemos que son improductivas, para que pueda producirse más fruto. Esto puede ser confuso. Creemos que fuimos fructíferos y nos sorprendemos y hasta nos frustramos por la forma en que Dios nos poda. “Dios, ¿por qué me estás haciendo esto? Te entregué mi negocio, y está fracasando. Te entregué mi salud, y la semana que viene voy para el hospital. Diezmé fielmente, y sin embargo, voy camino a la bancarrota”. Quizá sea que lo están podando; Dios lo está podando.

Uno de los errores más grandes que cometemos los cristianos es confundir podar con castigar. No es que le decimos a Dios cuando nos poda: ¿Te importo Señor? ¿No me amas? ¿No ves lo que está sucediendo? Y hasta pensamos que Dios está enojado con nosotros. Podar no es castigar. NO LOS IGUALE. Dios no está enojado con vos. El solo ve que vos sos alguien que puede producir más fruto, alguien que tiene el potencial para engrandecerse, alguien que El quiere usar de  alguna manera importante. El quiere que vos seas tan fructífero como sea posible, por eso lo poda de nuevo, incluso cortando algunas de las cosas con las que estuvo bendiciendo su vida. ¿Perdiste tu trabajo? No te preocupés. Dios tiene una mejor idea. El ve lo que vos no ves. Ahora bien, ¿Cómo Dios nos poda? Usa los problemas, las presiones y las personas. ¡Y sí que usa a las personas! La gente lo criticará y desafiará. Retarán sus motivos. ¡Dios lo está podando para usarlo!.  

 

b) Es una relación de dependencia total. Juan 15:4 lo dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros, como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”.

Pero esta dependencia o estar pegado a Jesús, no es para recrear más madera, porque el tronco extrae fuerza y vida de la vid, pero en detrimento del fruto. Si la madera crece, el fruto decrece. Si la madera decrece, el fruto crece. Abraham, Moisés, y Elías, para dar fruto, fueron retirados de sus ambientes.

En Lucas 22:39-46, tenemos a Jesús en el Getsemaní, donde manifiesta al extremo su total dependencia del Padre, e hizo la voluntad de su Padre.

Pablo dijo: “Se vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”. Filipenses 4:12.

¿Cuál fue el punto principal de la tentación en la vida de Jesús? Era sacarlo a Jesús de su relación de dependencia. ¿Cuál fue la principal característica de la vida del Señor Jesús? La vida de obediencia a la voluntad de su Padre. ¿Se nota en tu relación de dependencia? En:

Al pedir guía para tu noviazgo.

Al pedir auxilio para la educación de tus hijos.

Al decidir las tareas a realizar en la obra de Dios.

Al planificar tu tiempo para que no se te escurra lastimosamente.

Al pedir a Dios que tú fruto permanezca.

Al tener una lista de no cristianos por los cuales orar

Al pedir auxilio a Dios para resolver conflictos.

Al pedir ayuda a Dios para mantenerte íntegro.

Al pedir auxilio para dejar de lado la imagen y mostrarte tal cual sos.

Opinión es algo que vos sostenés, pero convicción es algo que te sostiene a vos.

Hudson Taylor. Se convirtió a los 17 años, y su vida tomó un nuevo rumbo, comenzó a prepararse diligentemente para lo que sería su gran misión: Ir a China. Adaptó su vida lo más posible a lo que pensaba que podría ser la vida allí. Hizo más ejercicios al aire libre; cambió su cama mullida por un colchón duro, y se privó de los delicados manjares de la mesa. Distribuyó con diligencia tratados en los barrios pobres, y celebró reuniones en los hogares.

Comenzó a levantarse a las cinco de la mañana para estudiar el idioma chino. Como no podía comprar una gramática y un diccionario (muy caros) estudió el idioma con la ayuda de un ejemplar del Evangelio de Lucas en mandarín. También empezó el estudio del griego, hebreo, y latín.

En mayo de 1850 comenzó a trabajar como ayudante del Dr. Robert Hardy, con quien siguió aprendiendo el arte de la medicina, que había comenzado con su padre. Sabía de la escasez de médicos en China, así que se esmeró por aprender. Al año siguiente, tomó otra decisión importante: para gastar menos y poder dar más a otros, alquiló un cuarto en un modesto suburbio de Drainside. Aquí empezó un régimen riguroso de economía y abnegación. Se dio cuenta que con un tercio de su sueldo podía vivir sobriamente. «Tuve la experiencia de que cuanto menos gastaba para mí y más daba a otros, mayor era el gozo y la bendición que recibía mi alma».

La fe es probada

Por este tiempo Hudson Taylor tuvo una dolorosa experiencia un desencuentro amoroso, la joven con que soñaba casarse no estaba dispuesta a ir a China. Entre tanto, la carga por la evangelización de China se hacía cada vez más fuerte en su corazón. Pensaba, en los doce millones de chinos que cada año pasan a la eternidad sin Jesús!…

Pero no era solo el dinero para el viaje lo que lo detenía. Él sabía que en China no tendría ningún apoyo humano, sino sólo Dios. No dudaba que Dios no fallaría, pero ¿y si su fe fallaba? Sentía que debía aprender, antes de salir de Inglaterra, “a mover a los hombres, por medio de Dios, sólo por la oración”. Así que decidió ejercitar su fe, DEPENDENCIA DE DIOS, y estar así preparado para lo que vendría. Muy pronto encontró la manera de hacerlo.

Su patrón le había pedido que le recordara cuándo era el tiempo en que debía pagarle su sueldo trimestral, pero él se propuso no recordárselo, sino orar para que Dios lo hiciera.

De esa manera vería la mano de Dios moverse en respuesta a su oración. Pero al llegar la fecha, el patrón lo olvidó. Como aún le quedaba una pequeña moneda, y no tenía mayor necesidad, siguió orando sin decirle nada a su patrón. Ese domingo un hombre muy pobre fue a buscarlo porque su esposa agonizaba. Allí comprobó que esa familia con cinco niños tristes, y la madre con un bebé de tres días en sus brazos, se morían de hambre.

En su corazón él deseaba haber tenido su moneda convertida en sencillo para darle algo, sin quedarse sin nada. Para el día siguiente, él mismo no tenía qué comer. Mientras intentaba alentar a la familia, su corazón le reprochaba su hipocresía e incredulidad. Les hablaba de un Padre amoroso que cuidaría de ellos, pero no creía que ese mismo Padre pudiera cuidar de él, si es que entregaba todo su dinero. Su oración le pareció falsa y vacía. Cuando ya se retiraba, el hombre le rogó: «Ya ve usted la situación en que estamos, señor. Si puede ayudarnos, ¡por amor de Dios hágalo!» Entonces Hudson sintió que el Señor le recordaba las palabras: “Al que te pida, dale”. Así que, obedeciendo con temor, metió la mano en el bolsillo y le dio su única moneda.

A la mañana siguiente, mientras desayunaba lo último que le quedaba, le llegó una carta. Venía sin remitente y sin mensaje. En ella sólo venía un par de guantes de cabritilla. Y en uno de ellos había una moneda ¡De cuatro veces el valor de la que había regalado! Esa moneda lo salvó de la emergencia, y le enseñó una lección que nunca olvidaría.

Sin embargo, el doctor seguía sin recordar su compromiso del pago del sueldo, así que siguió orando. Pasaron quince días, pero nada.

Desde luego, no era la falta de dinero lo que más lo mortificaba, pues podía obtenerlo con sólo pedirlo. El asunto era: ¿Estaba en condiciones de ir a China o su falta de fe le sería un estorbo? Y ahora surgía un nuevo elemento de preocupación. El sábado por la noche debía pagar el alquiler de su pieza, y no tenía dinero, y la dueña de la casa era una mujer muy necesitada. El sábado en la tarde, poco antes de terminar la jornada semanal, el doctor le preguntó: “Taylor, ¿es ya el tiempo de pagarle su sueldo?”. Él le contestó, con emoción y gratitud al Señor, que hacía algunos días ya había vencido el plazo. El médico le dijo: “Ah, qué lástima que no me lo recordara. Esta misma tarde mandé todo el dinero al banco. Si no, le hubiera pagado en seguida.”

Muy turbado, esa tarde Hudson tuvo que buscar refugio en el Señor para recuperar la paz. Esa noche, se quedó solo en la oficina, preparando la palabra para predicar. Esperaba que el llegar esa noche a su cuarto, ya la señora estuviese acostada, así no tendría que darle explicaciones. Tal vez el lunes el Señor le supliera para cumplir su compromiso.

Era poco más de las diez de la noche, y estaba por apagar la luz e irse, cuando llegó el médico. Le pidió el libro de cuentas, y le dijo que, extrañamente, un paciente de los más ricos había venido a pagarle. El doctor anotó el pago en el libro y estaba por salir, cuando se volvió y, entregando a Hudson algunos de los billetes que acababa de recibir, le dijo: “Ahora que se me ocurre, Taylor, llévese algunos de estos billetes. No tengo sencillo, pero le daré el saldo la próxima semana”. Esa noche, antes de irse, Hudson Taylor se retiró a la pequeña oficina para alabar al Señor con el corazón rebosante. Por fin, supo que estaba en condiciones para ir a China.

Todo esto fue un ejercicio para cuando fue a China donde fue responsable de 800 obreros, y cuando había faltante de recursos, siempre se dirigió a Dios.

 

c) Es una relación de cooperación. “Separados de mí, nada podéis hacer” Juan 15:5. Hay un orden y PROGRESION en cuanto al fruto:

En Israel, los tres primeros años, la vid no daba fruto porque era podada totalmente, al cuarto año estaba lista para dar fruto. Note el progreso:

1º No llevar fruto.

2º Llevar fruto y ser limpiado, Juan 15:2.

3º Llevar más fruto, Juan 15:2.

4º Llevar mucho fruto, Juan 15:8.

hay una historia de los judíos, viejo cuento judío, que nos puede servir para entender esto:

Había un hombre muy pobre pero muy pobre, y su mujer, que lo quiere mucho y él también a su esposa, le dijo: Mirá tenemos que salir de esta pobreza, yo sé que hay una isla, donde hay muchos diamantes, andá y junta diamantes en la isla yo te voy a esperar acá, y cuando vuelvas con todo lo que juntaste, vamos a poder vivir diferente, lo acompañó cuando iba a tomar el barquito para irse a la isla, y en el último momento le dice: Junta todo lo que puedas, y no te olvides de mí.

El hombre llega a la isla y comienza a juntar diamantes, y junta diamantes, y después de un tiempo que está juntando diamantes, mira alrededor y ve que él es el único que junta diamantes, entonces se acerca a una de las personas de allá, y le dice: Pero, ¿Qué pasa que nadie junta diamantes? No porque acá los diamantes no tiene ningún valor, aquí lo valioso son las piedras, ¿Las piedras son lo valioso? Si, ¿Pero cómo van a valer tanto? Mire, acá la gente rica y respetada no son los que tienen diamantes, son las que tienen muchas piedras.

Y entonces dijo: Me equivoqué, tengo que empezar a juntar piedras, entonces empezó a juntar piedras, juntó piedras, y juntó piedras, un día se acordó de su esposa y dijo: Vuelvo; y llega y baja todos los cajones, y la esposa le dice: ¿Así que trajiste los diamantes? No, traje algo mucho más valioso, ¿Qué es? Traje piedras, y la mujer le dice: Amor, aquí las piedras no valen nada, aquí solo valen los diamantes, y el hombre llorando le dice: Perdóname, allí me convencieron que los diamantes no valen nada,

Hoy vivimos en la sociedad donde nos tratan de convencer todos los días, que los diamantes no valen nada, que la verdad, la honestidad, la justicia, la caridad, y el amor no valen nada, que hay que juntar piedras, que juntar piedras, que los diamantes no valen nada, que lo más valioso es el dinero, es la fama, es la belleza física, es el placer; nos convencen de que renunciemos a la verdad, que renunciemos a la justicia, que renunciemos a la honestidad, que renunciemos a la caridad, que renunciemos al amor; porque esos diamantes no valen nada, y que juntemos las piedras.

Pero no estamos en el mundo para recoger piedras, estamos en el mundo para recoger diamantes, y por eso, conservamos la verdad, la honestidad, la justicia, la caridad, el amor, porque esto es lo valioso, y que los demás sigan juntando piedras, los cristianos seguiremos eligiendo siempre los diamantes, las cosas que son permanentes.

Cuando yo llegue a aquel que me mandó al mundo, y me mandó para que juntara diamantes, no puedo llegar con piedras en las manos, y decirle: Señor, me convencieron de que la vida es así, no, como cristianos no me pueden convencer de eso, yo voy a seguir juntando diamantes, aunque todos junten piedras.

¿Por qué? Porque yo confieso que solo estoy comprometido con el evangelio de Jesucristo, y Jesucristo me mandó a juntar diamantes y no a juntar piedras; y entonces, hay que luchar por los diamantes, aunque todos nos digan que no valen nada, aunque todos nos digan que aquí lo que valen son las piedras, porque somos cristianos, y estamos comprometidos con Cristo, seguimos luchando por la verdad, por la honestidad, por la justicia, por la caridad, el amor, cuando todos dicen: Pero eso no vale la pena, y ¿Sabe? Para un cristiano eso vale la pena, porque es lo que va a llevar, cuando se presente delante del Señor.

Juntemos diamantes y menospreciemos las piedras, no nos enfermemos, somos militantes del evangelio de Jesucristo y con el evangelio de Jesucristo, se solucionarían los problemas económicos y sociales, físicos y metafísicos, de toda la sociedad, por eso el apóstol dice:

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.

Salgamos esta semana a buscar diamantes, y que nos convenza nadie, que acá los diamantes no sirven, y que este es el mundo de las piedras, porque así le va al mundo que está juntando piedras, nosotros seguiremos tratando de darle valor a lo que realmente tiene valor, al diamante, a las cosas que son permanentes.

Filipenses 2:13 nos dice: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad”. 

1 Corintios 3:9-11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Nos habla del trabajo de los creyentes sobre el fundamento, Jesús.

Colosenses 2:6-7 Nos recuerda la figura del niño, del campo y del edificio. En realidad nosotros somos simples mayordomos de los bienes de Dios (1 Corintios 4:1). Hechos 2:47

Cuando hace unos años pudieron viajar a la aislada Cuba, cristianos de otros lugares, hubo una pregunta que se repitió: “¿Hermanos, qué hace falta aquí?”. Uno imaginaría que ellos solicitarían recursos materiales, micrófonos, libros, folletos, ayuda material, etc. Pero ellos dijeron: “El poder de Dios”. Fariseos y saduceos recibieron de Dios una respuesta dura: “Ignoráis las escrituras y el poder de Dios” Marcos 12:24.

Una vez un papá estaba por quitar el empapelado de una pieza, su hijo lo quiso ayudar pero sin aceptar sugerencias de cómo hacerlo. El chico renegó mucho quitaba el papel de abajo hacia arriba, mientras el padre humedeció el papel, y trabajaba de arriba hacia abajo y logró sacarlo con mucha facilidad, mientras el chico avanzaba poco. Luego le dijo: “No solo hay que trabajar duro, sino inteligentemente”.  Vea Mateo 23:15.

 

d) Es una relación con grandes posibilidades. Juan 15:7 dice: “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Juan 15:4 dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros”.  Vea Hechos 2:41, 5:14, 4:4, Fil 4:13 y Juan 14:12. ¡Podemos hacer mayores obras que Jesús!

Hechos 2:43 dice: “Y sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles”.  Juan Wesley dijo: “Dadme 100 hombres que amen a Dios con todo su corazón, que no teman sino al pecado y cambiaré al mundo.” Nehemías cambió la ley medo persa.

William Carey misionero en la India. Desde joven era persistente, con un espíritu indomable e inconquistable para terminar todo lo que emprendía.  Ver Isaías 54:2-3 Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. 3  Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas.

Carey sirvió durante cuarenta y un años evangelizando, fundando escuelas fueron como 200, y traduciendo la Biblia a 40 diferentes lenguas del país (O toda la Biblia o parte de ella. Fue el iniciador de las misiones modernas. Desarrolló un plan de misiones y animó a muchos a integrarse a dicho trabajo.

Antes de salir de Inglaterra fue pastor bautista. Dedicó mucho tiempo a la lectura y a los idiomas. A los 21 años de edad ya dominaba el latín, el griego, el hebreo y el italiano, e iniciaba con el danés y el francés. Un día, en un momento de quietud en su trabajo (arreglando zapatos), escuchó el llamado de Dios. Escuchó: “Si el deber de todo hombre es escuchar el evangelio… entonces, es el deber de aquellos a los que se les ha encomendado con el evangelio es aspirar a llevarlo a todas las naciones” y él susurró: “Heme aquí, envíame a mí” .

En ese tiempo no había agencias misioneras, ni siquiera interés en el tema de misiones. Sin embargo, persistió en que “debíamos ir”. Leyendo y buscando, entendió la necesidad de muchos de conocer de Cristo y la distancia y la hostilidad de la India contra los misioneros no lo detuvo.

En 1793, él y su familia (su esposa y dos hijos en ese momento) fueron a la India. Luego de un viaje de cinco meses en barco llegaron al país.

Su inicio no fue fácil, en su viaje, mismo sufrió enfermedades y hambrunas. Su ministerio no fue fácil. Sin embargo, sabía que Dios le había llamado y fue persistente en la evangelización en medio de la idolatría y de la indiferencia. Pasó años de trabajar sin ver fruto (ni un convertido hindú en ocho años), deudas, deterioro mental de su esposa, muerte; solo por la gracia de Dios, Carey persistía en el llamado de Cristo. Fue quien dijo la famosa frase: “Esperad grandes cosas de Dios e intentad grandes cosas para Dios”.

Predicó por muchos lugares de la India. Fue a zonas aisladas, llenas de animales salvajes. Comentaba que a veces caminaba por kilómetros, y al llegar, debía hacer a un lado el cansancio para compartir de Cristo. En medio de serpientes, a veces tigres (a los que sí temía) y chacales, sus pies recorrieron muchos lugares y por años, no vio ni un convertido.

1800 fue un año de cambio para Carey. Un año de cosecha: se bautizó el primer convertido hindú y se logró imprimir el Nuevo Testamento a Bengalí. El primer ejemplar lo pusieron en la mesa principal de la iglesia (donde se ponía la Santa Cena) y se realizó un culto de acción de gracias por haber concluido esta obra. Murió siendo muy pobre, a pesar de grandes donaciones que recibió, pero no se las gastó para él. Siempre invirtió esos dineros en la obra misionera.

 

Bibliografía: Espada Electrónica, Historia de W. Carey y Taylor citas de sus biografías de Internet, Los Grandes Temas de S. Dellutri (Cuento judío de los diamantes), comentario de la poda adaptado de Rick Warren y Richard Doebler

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