Paz en la tormenta
Por: Ricardo Aide
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MATEO 8:23-27: “Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.
Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”
En este conocido pasaje de la Palabra que acabamos de leer encontramos a Jesús en un tiempo de gran actividad en su ministerio. En este capítulo, si lo leemos completo para entender su contexto, lo vemos ante una gran multitud, sanando enfermos y liberando a personas de demonios. Los evangelista Marcos y Lucas también mencionan este hecho, inspirados por el Espíritu Santo pero con otros matices que nos permiten tener un panorama completo de lo ocurrido; esto porque Mateo fue testigo presencial del hecho ya que era uno de los 12 apóstoles, EL ESTABA EN ESA BARCA; Juan Marcos era el discípulo de Pedro y lo que cuenta lo hace por sus dichos y el Dr. Lucas nunca conoció a Jesús personalmente, pero de todas formas , especialmente por la influencia del Espíritu Santo, se cree por el aporte de Pablo, recibió la información.
Sumando las tres narraciones tenemos la historia completa. Podemos entender entonces que Jesús se encontraba, como ya dijimos, sirviendo en la cercanía del lago de Genesaret y en un determinado momento, seguramente para descansar, pidió sus discípulos cruzar de una orilla a otra. Dice Lucas 8:22: “Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron”. Estaba cansado el Señor y es interesante pensar en el Jesús hombre cansado como Ud. y como yo y con la necesidad de dormir sabiendo que la nave era guiada por marineros expertos y además confiado que Dios estaba con Él. Algunos piensa que Jesús no sabía lo que ocurriría minutos después? «En paz me acostaré, y asimismo dormiré, porque solo tú, Dios, me haces vivir confiado» – Salmo 4:8
El cruce del llamado Mar de Galilea o Lago de Genesaret era corto, de unos 13 kms. Aproximadamente, y se hacía en pocos minutos. En el viaje ocurre lo inesperado: se levanta una gran tormenta o un torbellino (remolino de viento) en los originales de Marcos y Lucas. Este Lago es famoso por sus repentinas y fuertes tormentas que ponen en peligro de muerte a quienes sorprenden y ello ocurre como consecuencia de una característica geográfica de la región ya que el lago está ubicado a 200 metros bajo el nivel del mar y los vientos que bajan de las montañas se embolsan allí, con poco tiempo de aviso previo. Cualquier pescador con experiencia lo sabía. Marcos 4:36 agrega un dato interesante: “había también con él otras barcas”, es decir que al menos en cada barca había un experto.
Algunos de Uds. han sufrido una tormenta de este tipo? Yo la padecí en el océano atlántico con un barco grande y les aseguro que no lo recomiendo, especialmente para quienes como yo NO somos muy “amigos” del agua, salvo para bañarme. Esta debe haber sido importante porque los discípulos de Jesús, como ya lo mencionamos, eran en su mayoría pescadores experimentados pero de todas formas tuvieron miedo, angustia, porque la barca se anegaba. Que hicieron finalmente?: recurrieron a Jesús, que dormía tranquilamente en la popa (en la parte de atrás de la barca)de acuerdo a lo que cuenta Marcos 4:38. Al grito de Señor, sálvanos que perecemos (v.25), le despertaron. Entonces Él Señor reprendió a los vientos y al mar y de inmediato todo se calmó y luego, les hizo una pregunta que luego analizaremos y que es la misma que hoy nos hace a todos nosotros cuando pasamos por una tormenta.
Un autor comenta que se produjeron dos milagros: la detención del viento y el mar y que fue al instante de la orden de Jesús, no paulatinamente, lo que es muy difícil de entender.
Volvemos al relato bíblico: imaginen Uds. la sorpresa de quienes minutos antes estaban temblando como niños: con asombro, maravillados preguntándose: quién es éste que aún los vientos y el mar le obedecen? (v.27).
Es este relato un hecho histórico más de los que cuenta la Biblia sobre la vida de Jesús?. No, nada de lo que encontramos en la Palabra de Dios es fruto de la casualidad, TODO tiene una aplicación espiritual para tu vida y para la mía, de allí la riqueza de este libro.
Una de ellas está referida al discipulado y las situaciones que se presentan para demostrar que somos seguidores de Jesús. Cuál es nuestro nivel como discípulo, que estatura espiritual hemos alcanzado? Como es tu relación con la Palabra, la oración y el servicio a Dios. El discípulo cristiano es aquel que está dispuesto “andar como anduvo el Maestro” aceptando sus enseñanzas para dejarlas obrar en sus vidas. El Señor quiere trabajar en nuestro carácter. Quiere que seamos creyentes firmes, sólidos, estables. Esos seguidores de Jesús que corrían asustados por la barca aún no habían logrado la solidez emocional que Jesús pide pese a compartir algunos años con el Señor y ver su accionar, sus milagros, sus enseñanzas; no entendían que junto a ellos estaba más que un Rabí. John MacArtur un reconocido escritor cristiano dice: “en el temor del cristiano siempre hay un cimiento de incredulidad”. Encontramos en Hebreos 13:6: “de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre”. Tememos porque no dimensionamos el poder de un Dios tan grande y no le creemos capaz de ser nuestro socorro permanente. El cristiano no se muestra por lo que dice, sino por lo que hace y si nosotros cuando viene la tormenta entramos en crisis, es porque NO LE CREEMOS que está a nuestro lado, por el contrario pensamos que está durmiendo: Salmo 121:3-4 “No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel”.
Escribe Salvador Dellutri sobre el discipulado que el cristiano que no sabe, pese a tener la presencia del Espíritu Santo, controlar su lengua, sus pleitos, sus amarguras, su orgullo, su economía, su vanidad NO PUEDE SER UTIL EN EL REINO DE DIOS.
La otra aplicación espiritual del texto se relaciona con la FE y dos preguntas: porque Dios permitió una tormenta de este tipo en la barca en la que estaba Jesús? y la respuesta la encontramos en la misma Palabra, para que quienes que estaban dentro de ella se preguntaran: QUE HOMBRE ES ESTE? (v.27) y así consolidar su fe, “las pruebas son las trompetas de Dios”, escribió C.S.LEWIS.
Que el Señor haya calmado la tormenta tuvo tres (3) consecuencias:
a.- Demostró todo el poder de Jesús, inclusive sobre la naturaleza.
b.- Fortaleció la Fe de sus seguidores ante el tamaño del milagro. Estas situaciones nos ayudan a crecer o si no somos maduros, pueden hacernos fracasar. Uds. Imaginan la reacción de los integrantes de las otras barcas? Si los discípulos que estaban con el Señor tuvieron miedo. Solo cuando estamos en la barca con Jesús hay respuestas a nuestras tormentas.
c.- Y, a mi juicio, la más importante, demostró que: SOLO JESUS CALMA LAS TORMENTAS DE NUESTRAS VIDA.
A que llamamos tormentas?, a conflictos que siempre son no deseados, porque quien quiere tenerlas, máxime en la Iglesia actual donde solo se nos habla de prosperidad, decretar, que somos conquistadores, etc., pero que indefectiblemente nos ocurren.
1.- Algunas son imprevistas como pasó en el Lago, se desatan de un momento a otro cuando menos lo esperamos (ej. enfermedad, muerte de un ser querido, pérdida del trabajo, etc.,)
2.- Otras las vemos venir pero por nuestro propio pecado, indolencia, falta de Fe o no aceptar los consejos de la Palabra de Dios y de los hermanos, permitimos que nos alcancen; nosotros mismos, con nuestras acciones o nuestra pasividad, tenemos activa participación en la ocurrencia de la tormenta.
3.- Otras son preparadas por Dios para ayudarnos a crecer. Para quienes conocen la Biblia: Abraham y el sacrificio de Isaac.
Algunas son tan grandes que, como un alud, nos llevan por delante y hasta pueden amenazar, como en el relato, nuestras vidas. Pueden ser familiares, laborales, de salud, de relaciones personales, espirituales, etc. Todos tuvimos o tenemos una tormenta que sobrellevar. Tienen un mismo hilo conductor: nada podemos hacer solos para enfrentarlas, todas producen un gran dolor y nos muestran nuestra incapacidad para controlarlas, máxime si olvidamos que SOLO JESUS CALMA LAS TORMENTAS DE NUESTRAS VIDAS.
El salmista escribía en el Salmo 31:7 “Me gozaré y alegraré en tu misericordia,
Porque has visto mi aflicción;
Has conocido mi alma en las angustias”. En el verso 9: “Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo” y en los versos 14-15: “Mas yo en ti confío, oh Jehová;
Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos;
Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.
Nos ponemos un instante en el lugar de los hombres que estaban en la barca, casi todos expertos pero, ante la crisis, incapaces de defenderse, de resolver la situación. Que nos enseñan ellos:
a.- Que no tenemos la capacidad de controlar todas las situaciones, por más curtidos que estemos en la vida o que creamos que nuestro nivel espiritual o la antigüedad en la fe nos dará el reaseguro que necesitamos. Muchas veces nos creemos autosuficientes y que ninguna tormenta puede escapar a nuestro control y ello es un gran error.
b.- Si no reaccionamos correctamente, yendo a Jesús, estamos indefensos, aterrorizados y atemorizados y sin esperanza, creyendo que estamos abandonados a nuestra suerte.
c.- Ellos quisieron manejar la situación por sí mismo, como quizás pensamos que nosotros podemos hacerlo, sin buscar ayuda inmediatamente.
Podemos preguntarnos, porque los pasajeros de la barca no recurrieron antes a Jesús?: cuando vieron las primeras nubes amenazantes, o cuando comenzaron a soplar los primeros vientos, si eran expertos? Porque no oraron? Esta pregunta es para mí y para vos: Porque muchas veces nosotros dejamos actuar al Señor cuando la barca empieza a hundirse?
Por no hacerlo corrieron estos riesgos:
a.- Si no fuere porque el maravilloso poder de Jesús obró, pudo haber sido demasiado tarde para sus vidas.
b.- Se expusieron a un terrible riesgo.
c.- Por un tiempo perdieron la posibilidad de vivir como Dios quiere: con paz, seguridad, amor y gozo, aún en el conflicto. Solo conocieron el temor. SOLO JESUS CALMA LAS TORMENTAS DE NUESTRAS VIDAS.
Y Jesús? Pudo el Señor, pese a dormir, haberse despreocupado de la situación; alguien cree esto? Nunca lo hace, ÉL nos cuida, nos ayuda y nos protege, nunca duerme. En el CIELO nunca hay improvisación, ni temor. Jesús nos da la contención necesaria para que pasemos los momentos difíciles de nuestra vida. Muchas veces pensamos equivocadamente que Jesús se desentiende de algunos de nuestros problemas, en definitiva que ÉL DUERME, que no está a nuestro alcance porque está muy ocupado o lo que es peor, que no puede, o no quiere, hacer nada por nosotros.
La Biblia enseña lo contrario: “Más si de allí buscares a Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma” Deut.4:29 – “Y me buscareis y me hallareis porque me buscareis de todo vuestro corazón” – Jer.29:13 – Romanos 8:31-35.
En el mismo suceso Lucas nos dice que cuando Jesús dominó el viento y el mar, les pregunto a los que iban en la barca: Donde está vuestra Fe?. Y Esta es la segunda pregunta que hoy se nos hace. Cuando hay tormentas en tu vida “donde está tu Fe”? En donde la depositamos? Nada sirve en forma permanente, si no es en Dios.
SOLO JESUS CALMA LAS TORMENTAS DE NUESTRAS VIDAS.
Mateo 7:24 al 27 “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”
Sobre qué cimiento edificaste tu vida? Sobre la arena o sobre la roca? 2 Samuel 22:32: “Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios”?
DEVOCIONAL: “Esta es una buena oportunidad de corregir nuestra forma de pensar. No siempre es la voluntad de Dios que seas sanado, no siempre es el plan de Dios el aligerar la presión. Nuestra felicidad no es la meta de Dios. Él no tiene un plan maravilloso, confortable para la vida de todos, por lo menos no ante la perspectiva humana. Muchas veces Su plan no es nada maravilloso. Como con Pablo, Su respuesta no fue lo que se pidió y esperó. Pero recordar que Él nos está formando más y más en la imagen de Su Hijo, nos ayuda a comprender que Su respuesta está basada en Su plan a largo plazo, no en nuestro descanso inmediato”.
Charles Swindoll