20 enero, 2019

Personas bienaventuradas a los ojos de Dios


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“Alineando nuestra vida con los principios divinos”

Salmo 1 (NBLH)

INTRODUCCIÓN:

Recuerdo mi niñez, que nos hacían memorizar salmos y pasajes bíblicos; importancia de inculcar el hábito de memorizar fragmentos de la Biblia, como padres, tíos o abuelos.
El Salmo 1 podría ser el “prefacio” de los Salmos (la introducción al asunto principal del libro, contraste entre la vida del piadoso y el impío).
Habla de los beneficios que acompañan a quienes se alinean con los principios de Dios.
A estas personas se las llama “bienaventuradas”, dichosas a los ojos de Dios.
Se refiere a la “alegría” que resulta de estar bajo el favor de Dios.
La NTV expresa: “Qué alegría para los que no siguen el concejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones”.
Hay un espíritu de celebración que acompaña a quienes disfrutan a diario de las abundantes bendiciones del cielo.

1) EVITANDO LO MALO:

El salmista comienza describiendo aquello de lo que se abstienen (estas personas bienaventuradas).
Interesante progresión de 3 verbos: no andan (en consejo de impíos, aquellos que no tienen ni sienten devoción o temor de Dios); no se detienen (por el camino de pecadores); no se sientan (en silla de escarnecedores, burlones, rechazo, ofensa, insulto, afrenta, ridiculización).
No es casual esta progresión, indica el proceso por el cual caemos en pecado:
Cuando andamos (movimiento) podemos estar expuestos al pecado pero el mismo movimiento no permite quedar atrapados.
Cuando nos detenemos nos exponemos al entorno y somos afectados.
Cuando nos sentamos es que estamos cómodos ahí y vivimos con el pecado.
La misma enseñanza está en Santiago 1:14-15 (analogía con el embarazo): “Cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego cuando el deseo ha concebido engendra el pecado, y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.”
Todo comienza con una idea (pensamiento), si no lo descartamos inmediatamente, la mente empieza a darle forma y eventualmente engendra una acción, que es la consumación del pecado.
Principio que se desprende: pecado = fruto de un proceso (nadie cae repentinamente en el pecado).
El Salmista dice que es bienaventurada la persona que está atenta a este proceso para evitar las malas consecuencia (no juega con fuego, sabe que ciertas cuestiones no le convienen porque lo arrastran a otras más difíciles de salir).
En este primer paso (cuando andamos) es donde se libran las batallas más eficacescontra el pecado.
Cuando decidimos “no caminar con los impíos” estamos cerrando la puerta a la posibilidad de acomodarnos a las costumbres y valores de esta cultura.
¿Cómo convertimos en realidad este principio? Entendiendo que hay conversaciones con las que es mejor no participar, imágenes con las que mejor no hacer click, programas de TV con los que mejor no ver, etc.
No es una lista de prohibiciones sino es ser sabios de ciertos procesos que una vez iniciados no pueden ser detenidos.
La persona bienaventurada evita aquello que lo puede conducir al pecado.

2) DELEITARNOS EN SU PALABRA:

Pero para avanzar con victoria en la vida no alcanza con saber qué caminos no transitar (los que basan su vida en prohibiciones se caracterizan por su amargura, legalismo, señalando siempre el mal en otros).
El salmista descarta los valores y cultura de este mundo porque ha encontrado algo mejor para guiar su vida: la ley del Señor.
En la ley del Señor está su deleite = ese profundo placer, satisfacción.
Leer disciplinadamente la Biblia no necesariamente produce placer, más bien puede transformarse en un rito religioso tedioso.
¿Dónde está el secreto entonces para que sea una delicia? El mismo Salmo señala los beneficios que acompañan a quienes eligen vivir conforme a la ley del Señor.
La delicia, el disfrute, no está en las minucias de la ley sino en la convicción que una vida guidada por la Palabra de Dios es una vida que gozará de abundantes beneficios: Salmo 19:7-11.
Y aún más, el deleite más profundo viene del autor de los beneficios, del amor que el Señor mismo tiene por nosotros.
El saber que los mandamientos y principios establecidos por el Señor en su Palabra son una de las formas en que Dios expresa su compromiso de guiarnos por mejores caminos, deleita nuestra vida, nos da gozo y paz.
Salmo 119:47-48 “Me regocijaré en tus mandamientos los cuales he amado… meditaré en tus estatutos”.

3) MEDITAR DÍA Y NOCHE EN SUS VERDADES;

La lectura de la ley no es un fin en sí mismo sino un medio para acceder a los misterios de Dios, la fuente misma de vida.
Se da un conflicto con nuestra interpretación de lo que es acudir a la Palabra, ya que lo relacionamos con el “devocional diario”, y de mañana.
Para entender lo que está queriendo expresar el salmista (3600 años atrás) debemos descartar nuestra noción moderna de devocional, como lectura prolija y sistemática de la Palabra, sino pensar en lo que es “meditar”.
Meditar: es pensar con atención; enfocar atentamente el pensamiento en las verdades de Dios; es permitir que ellas vuelvan a nosotros una y otra vez; es interactuar con la Palabra; es traer a nuestra mente una y otra vez la Palabra conocida.
Meditar en la Palabra de Dios nos permite movernos durante el día y llevarla con nosotros a los lugares donde desarrollamos nuestras actividades cotidianas.
Nos aseguramos que la Palabra de Dios esté con nosotros más allá de dónde estemos.
Es caminar por la vida con una actitud interna que busca percibir lo que el Espíritu Santo nos quiere mostrar.
Podemos reflexionar sobre la Palabra aún mientras estamos ocupados en nuestras cosas.
Sin embargo, la lectura de la Palabra no es lo principal, sino el proceso de considerar cuidadosamente el verdadero sentido de lo que se lee.
Salmo 119:18 “Abre mis ojos para que vea las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas”.
Salmo 103:2 “Bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios”.

4) ESTAR CONECTADOS A LA FUENTE:

“…será como árbol plantado junto a corrientes de agua…”

Ejemplo: en la ruta patagónica llamada “ruta del desierto”, hay una zona desértica muy extensa, que por un proyecto del gobierno se plantaron árboles cada 10 km, para que los automovilistas puedan parar y descansar, o recrear la vista. ¿Pero cuál es el secreto para que en medio del desierto aparezcan estos frondosos bosquecitos? El secreto es el riego por goteo, una fuente constante de agua, que hace crecer fuertes y robustos a los árboles a pesar de la aridez.
El salmista compara a la persona bienaventurada (dichosa, alegre) con un árbol plantado junto a corrientes de agua (ej. arroyos en Córdoba con frondosa vegetación en las orillas); secreto: raíces que se extienden hacia el agua que da vida y vigor.
La persona bienaventurada tiene las raíces de su vida firmemente arraigadas en la ley de Dios, que alimento su espíritu y dirige sus pasos.
Resultado: una vida que no se marchita a pesar del sol abrasador, o de la sequía, o de vientos de problemas. Sino que incluso da su fruto del cual pueden alimentarse otros.
Contraste: los impíos, que son como la paja que no tiene raíces, no tiene firmeza, no tiene frutos.

CONCLUSIÓN:

Somos bienaventurados porque hemos decidido no arraigarnos con la cultura maligna que nos rodea (evitamos que esos valores rijan nuestra vida). Esto no significa aislarnos, porque nuestra misión justamente es ser luz y esparcir lo bueno. Sino evitar la influencia de una cultura alejada de Dios.
Somos bienaventurados porque nuestro deleite está en la ley del Señor, en sus verdades, en sus consejos, y en todos sus beneficios que nos producen profundo gozo (Dios ha dispuesto su ley para nuestro beneficio).
Somos bienaventurados porque meditamos día y noche en su Palabra, que nos acompaña en nuestro andar diario, mientras vivimos la vida; su Palabra viene a nosotros una y otra vez, e interactúa con nosotros; no es parte de una rutina sino de hacer que nuestra relación con Dios sea un caminar diario junto a Él.
Somos bienaventurados porque nuestras raíces están firmemente arraigadas en Cristo porque estamos conectados a la fuente de vida; y aunque el terreno sea hostil, nuestra vida en Cristo permanece e incluso da fruto del que otros pueden alimentarse. AMEN.

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